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ATLÉTICO

Giménez vive su mejor racha de continuidad en el Atlético

Ha jugado ininterrumpidamente los últimos 16 partidos (1.431' de 1.440' posibles). La anterior fue de quince en la 2017-18. Las lesiones, al fin, le están respetando.

Madrid
Giménez despeja un balón en el Atlético de Madrid-Girona del martes.
Giménez despeja un balón en el Atlético de Madrid-Girona del martes. JESUS ALVAREZ ORIHUELADIARIO AS

Es un Comandante sin descanso. Y feliz, felicísimo por ello. Por fin ha conseguido José María Giménez (Toledo, Uruguay, 20 de enero de 1995; 24 años) algo que en el Atlético de Madrid las lesiones no le habían dejado tener: continuidad. El central uruguayo ha enlazado, por primera vez, una racha de 16 partidos jugados de forma ininterrumpida, los últimos 16. Es decir, como señala el experto en Twitter del Atlético de Madrid, Víctor Molina Pozo, 1.431 de 1.440 posible. "Es su mejor racha de continuidad desde que juega en el Atlético", continúa. La anterior fue de 15 partidos: los que jugó entre enero y marzo de la temporada pasada, la 2017-18. 

Una razón que puede haber en todo esto, en un cambio tan brutal, porque en la primera parte de la temporada a Giménez, como tantas otras veces, las lesiones no le permitieron continuidad, pudo ser que después de la última paró de verdad sin forzar para volver. Puede haber sido la clave. Los 24 días que pasó entre el 12 de diciembre y el 3 de enero, cuando recibió el alta de una lesión en el gemelo. Estaba, jugaba, dos partidos y, zas, un mordisco en el muslo, atrás en el gemelo, donde fuera, y otra vez las paredes de la enfermería cuando él sólo quería estar sobre el césped. Antes de Navidad, de hecho, sólo había disputado 710 minutos y coleccionaba más lesiones, cuatro, que partidos seguidos. Éstas no se lo permitían. 

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Aún así, cuando la grada mira al césped no tarda en reconocer al uruguayo como uno de los suyos. Su juego representa qué es el Atleti. Por su entrega y coraje, por su no rendirse jamás, por lanzarse a despejar balones con lo que sea, aunque sea en plancha de cabeza, por partirse el  alma y la piel, por sus lágrimas todas esas veces que le tocó abandonar el barco en plena marejada. Tanto en el club rojiblanco como en la selección ha jugado al lado del mejor: Diego Godín. Formaba con Lucas una pareja envidiable, los centrales de los próximos diez años del fútbol en Europa. Lucas se se fue a Alemania. Queda él. Y ya en ese papel que mejor le sienta. El del Comandante incansable.