Tito exprime su modelo dentro y fuera del campo
El director deportivo ha modernizado a los granotas cumpliendo los objetivos marcados y además sacando beneficio en la compraventa de jugadores.
Mucho ha cambiado el Levante desde que Vicente Blanco 'Tito' cogiera las riendas de la Dirección Deportiva. El otrora futbolista granota volvió a Orriols en verano de 2016 con la misión de, como ya hiciera sobre el campo en la década anterior, devolver al equipo a Primera División tras un descenso que terminó con el ciclo de su antecesor en el cargo, Manolo Salvador.
Tito afrontaba su primera experiencia profesional a los mandos de un club. Antes había trabajado en AFE pero el Levante fue el que le confió plenos poderes en una entidad de élite. Llegó con un modelo bien claro en su cabeza. Así se lo expuso al presidente Quico Catalán en el casting previo a su fichaje. Y así lo implantó desde el principio. Con una red de scoutings diseñada al detalle para abarcar el máximo territorio posible y extender sus tentáculos sobre el mayor número de jugadores futuribles e interesantes.
En el actual organigrama con Tito por encima, aparece Luis Helguera como secretario técnico y Juan Luis Mora y José Luis Sancho, adjuntos a la dirección deportiva. Y después están los 10 miembros de la red de captación. Bajo la dirección de Carlos Carreño, Juanmi Gelabert, Javier Moreiras, Héctor Berenguel, Miguel Chocarro, Noe Calleja, José Carlos Olivares, David Sánchez, Jorge Mil y Alonso Cortés. Estos dos últimos dedicados al fútbol base de la Comunidad Valenciana y Murcia. Cada uno de ellos (todos exfutbolistas y casi todos de nivel profesional) controlan una zona de España y alguna liga extranjera. Cada uno elabora sus informes y se archivan en un sistema en el que actualmente puede haber unos 4.000 futbolistas al detalle.
Objetivos. Un método, el de Tito, que desde el principio dio resultados. En su primer año se ascendió a Primera, estando en 40 de las 42 jornadas de Liga en los puestos de ascenso y firmando récords de puntos y de jornadas que le sobraron (seis). En la segunda campaña, a pesar de que hubo de girar el rumbo y cambiar a Paco López por Muñiz en el banquillo, se logró la permanencia con 17 puntos de ventaja sobre unos puestos de descenso que no ocupó en toda la Liga. Y en la actual, por el momento tampoco ha pisado la zona peligrosa y está más cerca de Europa que de abajo.
Pero el rendimiento no ha sido solo deportivo, cabe destacar también lo económico, donde todos los mercados, además de reforzarse, se han cerrado con superávit en las arcas. El primer verano, por ejemplo, se sacó a Cuero por tres millones, a Martins por medio millón y Mariño por 200.000 euros, a los que habría que sumarse las cesiones de Camarasa (500.000) y Deyverson (425.000). Estos dos últimos terminaron saliendo al verano siguiente por siete y cinco millones y medio, respectivamente, además de asegurarse un porcentaje de su futura venta como es el caso del brasileño que está a punto de dejar ahora cuatro millones más en Orriols si se confirma su marcha a China. Además se vendió a Langerak por 1,4 millones, el doble de lo que había costado, y se sacaron 400.000 euros por Nacho Insa que se marchó a Malasia.
En ese segundo verano también se pagó por Oier (200.000), Doukouré (1,8), Bardhi (1,5) y Boateng (2,9), por el que se acaban de ingresar 11 millones de euros de su traspaso al Dalian Yifang de la Superliga China. A los granotas les quedan así algo más de 6 millones después de impuestos y demás por lo que se le saca más del doble de su precio de compra. Una venta que pasa a estar entre las más altas de la historia de Orriols que vivió la más notable el pasado verano con el traspaso de Jefferson Lerma al Bournemouth inglés por 30,5 millones de euros. Un dinero que, es verdad, se invirtió en fichajes como los Vukcevic (8,5), Dwamena (6,2), Moses (3,5), Aitor (1 millón), Cabaco (2), Coke (1,5) o Rochina, que llegó libre tras rescindir pero por el que se pagó una compensación cercana a los 250.000 euros.
Así se pueden contabilizar en las cuentas del club casi 30 millones de beneficio en la compraventa de futbolistas en la era Tito. A lo que habría que sumar la revalorización que han sufrido jugadores como Campaña, que costó 300.000 euros y ya se habla de que su cláusula de 15 millones se podría quedar corta, Bardhi (ídem), Roger, que fue la primera apuesta de Tito y ahora su valor de mercado podría alcanzar los 7 u 8 millones, Rochina, Cabaco o el propio Oier que llegó a estar incluso en una prelista de Luis Enrique para la Selección Española. Y también cabe recordar que durante este periodo se han firmado las renovaciones de Roger, Morales, Bardhi o el propio Lerma, que sirvió para sacarle un buen dinero, y están encaminadas otras como las de Campaña o Postigo.