El Valencia llegó a Mendizorroza con cinco bajas y a cuál de ellas más relevante (Guedes, Kondogbia, Coquelin, Soler y Gayà); el 2-1 de Pina llegó cuando todos deberían haber estado ya en los vestuarios (49’’ después del minuto añadido por Medie Jiménez); y el césped, según los actores del partido, estaba helado y en pésimas condiciones. Aún así, pese a todo ello, la culpa de la derrota en Mendizorroza fue cosa exclusiva del Valencia, en concreto y ésta vez de sus futbolistas, que estuvieron empanados en los ¡dos únicos! saques de esquina que sacó el Alavés en todo el partido. Ni con tres centrales ni con varios futbolistas por encima de los 180 centímetros. Ahí perdió el Valencia el partido, en su falta de contundencia y sobre todo de atención en dos acciones a balón parado que, seguro, habrían visto durante la semana en repetidas ocasiones y de las que les habría hablado una y mil veces Marcelino en sus charlas tácticas.
Marcelino hasta modificó el sistema en búsqueda de algo, pero se quedó en nada por la indolencia defensiva de los suyos. Ese cambio de sistema tuvo un damnificado, un Ferran que lógicamente sentirá que tiene poca confianza por parte del entrenador. Tras el gol de Pina el Valencia ya fue a remolque y acusó el mal que le lleva por acequia esta temporada: el gol. Solo dos remates entre palos... tantos como córnes sacó el Alavés.
