La gran suerte de este Bayern son sus rivales. Ninguno de ellos alcanza el nivel individual del conjunto muniqués y por eso pierden, pero el campeón alemán sigue siendo una caloamanía de lo que llegó a ser apenas unos años atrás. Llegó a ser inferior al AEK, apenas generó ocasiones, pero terminó imponiéndose por 2-0, en parte gracias a un penalti que Lewandowski se hizo a sí mismo. Fue la primera victoria en el Allianz Arena desde el 15 de septiembre, cuando los de Niko Kovac se impusieron al Leverkusen por 3-1.
La cosa en el coliseo muniqués empezó con el cuadro griego haciéndose con el esférico, dejando a los de Kovac sin posesión y creando peligro. Terminaron de creérselo cuando el juez de línea vio un penalti de Cosic a Lewandowski que no lo fue ni en la 'Play'. El polaco no perdonó. Un remate suyo en la segunda mitad maquilló el resultado de un partido que, eso sí, no le bastará a los muniqueses cuando emprendan su viaje a Dortmund este sábado. Ya no es un secreto: Kovac se la juega en el clásico alemán.