Hoy toca derbi. De los grandes. Y eso, pese a la prontitud de la festividad, sitúa a Villarreal y Valencia ante un cruce de caminos. Uno lleva a la depresión. Dado el mal arranque de ambos, otra cornada podría propagarse en varias trayectorias. La senda alternativa enseña el camino a la salvación. No hay mejor manera de revitalizar el ánimo y los números que en un duelo regional (sigue el partido en directo en As.com). Villarreal y Valencia no son los que eran, comparten sus dudas (mal en Liga, peor en Europa) y les unen varios de sus achaques (más fichajes en el banquillo que en el verde). Es septiembre aún, y donde debía haber agujetas como peor mal, sólo aparece la ansiedad.
La sintomatología del Villarreal se debe a varias causas. En casa no gana a nadie. La Cerámica le tensa más que visitar cualquier olla a presión. A eso hay que sumar que su estilo permanece varado entre dos aguas. Dejó salir a los extremos para apostar por interiores y ahora le faltan voluntarios para correr al espacio. Por no recordar que para suplir a Bruno y a Rodrigo llegaron Javi Fuego e Iturra. Además, Callejaha insistido en poner a varios jugadores (Pedraza, Funes Mori, Sansone…) fuera de posición por las bajas y ha inculcado cierta desorganización. La defensa, línea peor reforzada, lo paga. Por eso, la fe depende de Gerard. En sus botas hay luz.
El Valencia también llega en una situación sorprendente. Si por algo destacan los equipos de Marcelino, que vuelve a un lugar donde su sombra es alargada, es por arrancar al sprint. Esta vez paga el ritmo de Parejo y Kondogbia, pilares que usan diésel, y la falta de aclimatación de fichajes como Guedes y Gameiro, a los que confundió estar en verano escuchando en balde otras tácticas. Curiosamente, la solidez y la frescura las intentarán aportar dos ex: Gabriel y Cheryshev. Por nombres no será. Igual el derbi de Mestalla servirá para decidir quién viaja a Europa, pero éste sólo vale para temblar o resoplar. El calendario se empina.