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GRUPO G | V. PLZEN 2-CSKA 2

Un homenaje en Plzen

Partido precioso entre las dos cenicientas antes de Roma y Madrid. Impoluta primera parte local. Limbersky puso la clase; Krmencik, el gol. Igualó por fe el CSKA.

Un homenaje en Plzen
MARTIN DIVISEKEFE

Viktoria Plzen y CSKA de Moscú honraron su condición de cenicientas del Grupo G, en una batalla de igual a igual, que les hace creer que la heroica ante Real Madrid y Roma es posible. Los locales, orquestados por un Vrba que tenía todo calculado al detalle, se marcharon al descanso con dos goles de ventaja. Cuando los tres puntos ya eran una realidad en la poblada grada checa, Vlasic remataba desde el punto de penalti con la ayuda de la fuerza mostrada por todos sus compañeros en la recta final. Un reparto de puntos de nivel. De alto nivel.

La experiencia es un grado, pero no tres puntos. Quizás esa era la idea de Goncharenko que empujó a sus hombres hacia adelante desde el segundo uno. Pero el Plsen pronto embargó sus intenciones, con una contra letal en el minuto 3 que cerca estuvo de convertirse en el primero del partido. El segundo aviso lo protagonizó Efremov. Confiar en la buena fe del colegiado Benoit Bastien fue su peor error. Falta dura, tarjeta clara.

Más que atacar por el costado del amonestado, Vrba mantuvo su idea inicial y convirtió la banda izquierda del Doosan Arena en una pasarela de moda, con Limbersky como modelo estrella y su bota derecha como prenda más vistosa. El lateral botó una falta con elegancia, con el exterior. En mente, la pizarra del entrenador. Reznik peinó y, tras rebotar en un impreciso y desbordado Becao, le quedó a Krmencik para anotar el primer tanto del partido.

En un proceso de inteligencia táctica innegable, los jugadores del Plsen buscaron la segunda amarilla de Efremov. Un mensaje claro al CSKA: embestir hacia la portería rival era una opción no falta de riesgo. Aún así, encontraron su primera ocasión en un disparo de Chalov, despejado a córner por Kozacik.

Pero el viento remaba hacia la portería de Akinfeev desde hace ya varios minutos. Soplaba más en banda izquierda, con un huracán llamado Limbersky. Otra vez con el exterior. Centro preciso y remate de ‘killer’ de Krmencik. Tras 40 minutos buscando sin pausa alguna el desmarque, el doblete era un premio más que merecido.

Suspiraba en la banda Goncharenko cuando Bastien se llevaba el silbato a la boca. En el descanso, arregló el embolado en el que le había metido Efremov en el 4’ con la entrada de Akhmetov e insistió en la idea de que la experiencia pesa en la cima de Europa. Igual no salieron esas palabras de su boca, pero el CSKA se encontró con el tanto de Chalov sin haber hecho mérito alguno sobre el césped.

Pulso inestable, un par de minutos después los locales desperdiciaban una oportunidad franca en las botas de Kolar. Pero la alarma de Akinfeev se volvía a activar: una remontada también se viste por los pies.

Claro que, para ello, había que combatir el esmoquin portado por el Viktoria Plzen y el CSKA no había pasado de pobres harapos hasta un arreón final marcado por el ímpetu. Primero, un tanto anulado por falta de Mario Fernandes sobre Hubnik. No hay VAR, pero tampoco se recurriría a él: jugada dudosa y totalmente interpretable. No daba lugar a dudas el fuera de juego un par de jugadas después de Zhamaletdinov.

Dos decisiones contrarias de Bastien hasta el favor final. Kovaric derribó a Mario Fernandes cuando éste buscaba el remate y el colegiado marcó la pena máxima. Vlasic la transformó. Un punto salvado in extremis, tras un partido, sin duda, a la altura de la competición. Aún con Madrid y Roma, este fútbol invita a la esperanza. Licencia para soñar.