La extraordinaria historia de Manu, el niño que adora a 'Grizi'
Le ha invitado a un partido en el Metropolitano tras ver un vídeo suyo saltando unas vallas. A su madre le dijeron que no lo haría nunca. Esta es su historia.
A Alexia le dijeron que su hijo, Manuel, nunca podría saltar sin unas prótesis especiales, adecuadas para ello. Por eso grabó el vídeo. Porque su hijo otra vez había vuelto a hacerlo: lo imposible. Ahí estaba, saltando barras de atletismo con sus prótesis normales. Y con esa “remera” que pidió a su madre tras el Mundial: la rojiblanca de su ídolo, Griezmann. Alexia colgó el vídeo en Facebook, comenzó a compartirse, llegó al periodista Joaquín Finat y se hizo viral. “Colabora con ParaDeportes, sitio del deporte adaptado y paralímpico argentino. Me pidió permiso para colgarlo en Twitter”. La historia de Manu saltó el océano.
Porque Manu Oppenheimer es de Buenos Aires, tiene nueve años y practica natación, baloncesto, fútbol y ha comenzado con el atletismo hace tres meses. “No para. Aunque para él sea un esfuerzo”. Porque a Manu no tiene piernas, le falta una mano y, en la otra, sólo tiene dos dedos. Los perdió con año y medio, por una bacteria prima hermana de la meninguitis: meningococemia. “Forma coágulos en las extremidades. En un 95% es mortal, nos dijeron los médicos. Y el 5% que sobrevive lo hacen con esas secuelas”. Después de los tres meses de hospital, Manu, por terapia, comenzó a nadar. Pronto se convertiría en un superdeportista. “No ve sus propias limitaciones. Es muy competitivo. Lo logra”.
Su vídeo llegó al Metropolitano. Primero Vitolo y después Griezmann le han invitado a un partido del Atlético en el estadio también con vídeos en Twitter (“¡Se lo voy a contar a todos mis amigos, pero nadie va a creer que Griezmann me habló a mí! ¿Cómo hago para demostrarlo, mamá?”, exclamó al verlos). La familia espera que se concrete, está esperando la invitación formal. “Nunca llora pero lo haría mucho si al final, de verdad, se concreta. Se volvería loco de emoción”. El fútbol es la pasión de su vida. En casa son de River, de Ponzio y un Simeone que no es Diego sino Gio. Hace unas semanas se le rompió un pie ortopédico. “Fue jugando a fútbol”. Se supone que no pueden, que son de fibra de carbono, irrompible. “¿Para qué voy a ir al colegio si no puedo jugar al fútbol?”, preguntaría Manu. Alexia primero le contestó a ese hijo que "juega cada partido como si fuese la final del Mundial": “¡A estudiar!”. Después se iría corriendo a buscarle otro pie: sería uno viejo, de unas prótesis antiguas de Manu. “Comprarle otro es imposible. Todo lo que es prótesis es carísimo”. Y la familia no nada en plata, ni mucho menos.
La suya es una historia de superación constante. Y un ejemplo. “Para contar que existe el deporte adaptado. Que hay un montón de opciones en lugares que no son de pago. Que para los niños con discapacidad es importante lo lúdico”, esgrime Alexia, emocionada. Su historia saltó el charco. Ahora sólo falta que lo haga también Manu.