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Oliva: “¿El Espanyol? Al final todo es un estado de ánimo”

Actualmente en Chipre con el ex director deportivo Ángel Gómez, el ayudante de Quique Sánchez Flores repasa los dos años en el Espanyol y el momento actual.

Oliva: “¿El Espanyol? Al final todo es un estado de ánimo”

De ayudante de Quique Sánchez Flores a primer entrenador en Chipre. ¿Qué tal la experiencia de momento?

La experiencia en Chipre es positiva. Estoy en el Omonia de Nicosia, que es un club histórico. El fútbol se vive en la calle y la gente te para y te dice cosas. Ahora vivimos a la sombra del Hapoel y la afición tiene esperanza de que esto se revierta. La vida es meditarréna, próxima y fácil.

El director deportivo es otro conocido de la afición españolista. ¿Cómo le convenció Ángel Gómez?

El proyecto de Ángel Gómez me sedujo desde el primer día. Fue una decisión emocional. Me decanté sin saber aún la oferta. Ángel confiaba en mí y yo necesitaba estar con gente que creyese en lo que tengo en la cabeza. Necesitaba volverme a sentir entrenador después de unos años provechosos. Es cómodo trabajar con él. Estamos gozando de un proyecto que no será fácil, pues recuperar el carácter ganador y su historia es un reto. El año pasado el equipo fue sexto y queremos estar entre los tres o cuatro primeros. Todos piensan que será un proyecto a largo plazo, pero ya se sabe que la gente quiere inmediatez.

¿Qué características tiene el jugador chipriota y qué tipo de plantilla tienen?

Es muy disciplinado, trabajador y receptivo. Pero hay que vivir la realidad de la Europa de los pueblos. Tenemos 14 nacionalidades, entre ellos ocho españoles. Solo hay tres chipriotas. Hay que hacer un equipo competitivo con esta diversidad. El equipo es joven, pero trabaja mucho. Estoy ilusionado y ojalá tenga tiempo.

¿Por qué decidió separar su camino del de Quique?

Fueron cuatro años provechosos, con un cuerpo técnico trabajador y con ideas. Siempre estuve cómodo, tanto en los Emiratos Árabes como en el Espanyol. Pero necesitaba sentirme vivo en el banquillo. Durante un tiempo me fue útil, pero creo que tocaba empezar de nuevo con un amplio bagaje. Mi mentalidad es más novedosa.

Visto con perspectiva, ¿qué falló en su segunda temporada?

Es una pregunta difícil. Todo aconteció al comienzo. Todas las buenas sensaciones del primer año desaparecieron en la segunda temporada. No sé las razones: si el proyecto se estancó... Pero el mensaje ya no era el mismo. Todos nos fuimos contentos después de aquel partido de Granada en la última jornada de la primera vuelta. Las sensaciones eran buenísimas, al acabar octavos. Pero el proyecto no tiró. ¿Quién es el culpable? Hay un cúmulo de circunstancias. No recuperamos aquella progresión. Con perspectiva, creo que las pautas no se cumplieron y el equipo no creyó como el primer año. Veía al vestuario y el mensaje ya no calaba el segundo año. No se lo creían. No todos los factores son culpa del entrenador. Todos somos responsables. Todos deben mirar de puertas adentro.

¿Qué le parece que el Espanyol de Rubi esté jugando de una manera distinta y más atractiva?

Lo he visto y transmite muy buenas sensaciones. Eso reafirma que los equipos son un estado de ánimo. El primer año con Quique hubo mucha química, había ese buen estado de ánimo y se acabó octavo. La idea de Quique era intentar crecer, tener el control del partido... Pero el segundo año no se siguió ese camino. Lo importante es mantener ese estado de ánimo y que sigan los buenos resultados. Estoy contento por Rubi, que lo conozco, por el club y sobre todo por los jugadores. Lo mejor del club es el vestuario.

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¿Qué se rompió en el vestuario ese segundo año para que los mensajes no calaran?

No sé si se rompió algo, siempre vemos la botella medio vacía. No era fácil mejorar la octava posición del primer año ni tampoco cumplir las expectativas que el club iba generando. A partir de ahí, parece que todos buscan culpables. Pero a veces las cosas no salen como uno tiene en la cabeza. Seguro que Quique creía que su idea iba a coger forma, pero no ocurrió.

La sensación que daba desde fuera es que el técnico tomaba siempre sus decisiones, que era un cuerpo técnico personalista.

Quique decide el peso de sus ayudantes. El trabajo que se hacía era excepcional. Quique fue exigente en su faena, y si hacemos caso del primer año fue muy positivo. Pero el fútbol no tiene lógica. A veces no haces ningún tipo de análisis y también puedes ganar. El cuerpo técnico era muy amplio, pero el trabajo diario era muy bueno. Tanto los que vinimos como los que permanecían, estábamos todos muy preparados. Quique era exigente, la gente lo debe tener claro.

Uno de los jugadores que simboliza los nuevos aires en el Espanyol es Marc Roca. ¿Por qué no jugó el curso pasado?

Me alegro muchísimo por Marc Roca. No hay que olvidar que Quique apostó por él hace dos años e hizo una gran temporada. A veces la memoria es reducida. Quique dio el primer paso y Roca estuvo excepcional. ¿Qué pasó luego? Tuve lesiones en la pretemporada, no tuvo continuidad... Y llegaron jugadores como Darder, que mermó su continuidad. Lo mejor hubiera sido que se marchara cedido, porque necesitaba volver a jugar. Nadie dudaba de que Roca no era un mal jugador, ni Quique, y todos estamos contentos por ello ahora mismo. Tiene un potencial de presente y futuro maravilloso y va a seguir creciendo.

El Espanyol es pasado para usted. Después de todo lo ocurrido, ¿qué balance hace?

Mi experiencia es extraordinaria. Llevo 25 años entrenando y aparecer en un club de la importancia del Espanyol, al margen de formarme, creo que fue un punto y aparte en mi carrera. Son entidades con una masa social amplia y con una estructura que te hace valorar muchas cosas. Aprendimos de todo, es un bagaje en mi mochila. Seguro que la posibilidad que tenga ahora de entrenar ha sido gracias a la experiencia en el Espanyol. Lo mejor que queda al final son los amigos, y actualmente tengo mucha comunicación con personas del club y de jugadores.

Suerte, Joan Carles.

Gracias. Y mucha suerte a todo el Espanyol.