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ICC | BARCELONA 2 - ROMA 4

1x1 del Barça: cuando se fue Rafinha se acabó el Barça

Empezó marcando un gran gol y asociándose bien con Munir y Malcom y en la segunda fue el mejor del equipo hasta que fue sustituido.

Los jugadores del Barcelona celebran el gol de Rafinha contra el Roma.
Los jugadores del Barcelona celebran el gol de Rafinha contra el Roma.LARRY W. SMITHEFE

Cillessen. Goleado. Nada pudo hacer en el gol de El Shaarawy en la primera parte y en la segunda fue víctima de la inconsistencia defensiva del equipo. Se jugó el físico en un par de salidas y en la primera parte no tuvo demasiado trabajo; en la segunda le apabullaron.

Semedo. Superado. Lo pasó mal en defensa y sus subidas al ataque no fueron las del otro día. Le faltó potencia respecto al partido contra el Tottenham.

Marlon. Correcto. Estuvo atento en las jugadas en las que tuvo que intervenir. Mejor en facetas defensivas que sacando la pelota como es habitual en él.

Lenglet. Inocentón. Cumplió en los desplazamientos largos de balón y en la salida de la pelota, pero en la jugada de Kluivert que valió el gol de El Shaarawy se despistó y pecó de inocentón.

Cucurella. Despistado. No estuvo al nivel que se le puede exigir a un lateral consolidado del Barça. Mal en defensa a pesar del ímpetu que le puso y en ataque no se relacionó bien con la pelota.

S. Roberto. Tapado. Le faltó velocidad y clarividencia para romper la presión de la Roma. Demasiada conducción y algún error en zona peligrosa. No se encontró con Arthur.

Rafinha. Ambicioso. Empezó marcando un gran gol y asociándose bien con Munir y Malcom y en la segunda fue el mejor del equipo hasta que fue sustituido. En esta gira está demostrando que quiere minutos. En el Barça o donde sea.

Arthur. Desconectado. Los mejores minutos y las mejores acciones del Barcelona coincidieron con su intervención en el juego, pero le faltó continuidad.

Malcom. Peligroso. Empezó, como el resto del equipo, con muchas ganas y haciendo daño por su banda con un taconazo que dio origen al primer gol. Luego se perdió tácticamente y resucitó en los primeros minutos de la segunda con un gol de oportunismo y un par de disparos lejanos.

Munir. Participativo. Se inventó junto con Rafinha la pared del primer gol del partido y disparó un par de veces a la portería de Olsen, pero con poco peligro.

Aleix Vidal. Caótico. No jugó en su banda natural y jamás se entendió con Cucurella. Tácticamente caótico y encima pidió lanzar una falta peligrosa que desaprovechó lamentablemente.

Palencia. Irrelevante. Salió en la segunda parte por Semedo y su aportación pasó desapercibida. Subió una vez con peligro, pero su aportación fue de relleno.

Chumi. Pipiolo. Pagó la inexperiencia perdiendo un par de balones peligrosos en la frontal del área y culminó una mala noche cometiendo un penalti absolutamente innecesario sobre Schilk.

Cuenca. Retratado. Volvió a salir en la foto de un gol del rival como en el día del Tottenham. Sigue estando muy verde para partidos ante jugadores consagrados.

Miranda. Testimonial. No mejoró el partido de Cucurella y estuvo lejos de su nivel en el primer partido. Notó jugar al lado de un equipo tan inexperto como él.

Monchu. Descendente. Empezó la segunda parte dando sensación de mando, pero a partir de que perdió un balón que costó el empate se deshizo como un azucarillo y ya no volvió a dar pie con bola.

Collado. Superado. Entró por Rafinha y el Barcelona notó el cambio. Su innegable clase no pudo brillar ante la presión de un centro del campo del Roma mucho más físico.

Riqui Puig. Destellos. Jugó la segunda parte y ofreció fogonazos de su talento con un par de pases al espacio sensacionales, pero sin pelota naufragó como el resto de sus jóvenes compañeros.

C. Pérez. Aislado. Jugó la segunda parte como extremo derecho y tuvo muy poco contacto con el balón. Apenas intervino.

Abel Ruiz. Gafado. Demostró su peligrosidad cada vez que le llegó el balón y tuvo en sus botas por dos veces la oportunidad de poner el 3-1 en el marcador para el Barcelona, pero se topó con el portero italiano.

Ballou. Acelerado. Sus minutos en la segunda parte fueron un compendio de decisiones tomadas a toda velocidad. Una supuso el 2-1 obra de Malcom y el resto acabaron en agua de borrajas.