En 10 días acaba el reparto de asientos a los abonados
Ya se han dado más de la mitad de los 26.000 asientos solicitados. Las cajas incluyen un documento que garantiza su autenticidad.
Durante un mes la vida ha vuelto al Calderón. Algo, no toda, no los partidos, pero sí la gente, el entra y sale. Como un espejismo, la Oficina de Atención al Socio ha vuelto a levantar su trapa. Colas se forman ante ella, como antaño por entradas. Pero esta vez hay diferencia: el que sale no lo hace con un papel en la mano, sino con una caja. Una caja de cartón negro, letras doradas, y de gran tamaño.
Apenas pesa y eso que, en su interior, lleva historia. Mucha. En algunos casos cinco, diez, veinte, treinta y hasta cincuenta y un años, el tiempo que, quien puja, pasó viviendo el Atleti en el viejo estadio. Un estadio que se irá pero su asiento no lo arrebatará la grúa. Está en esas cajas. Es más que plástico, un número, algún arañazo. Es una vida. Y tantas cosas.
La próxima semana terminará el reparto. Diez días, el domingo 29. 26.000 socios solicitaron recibir sus butacas de manera gratuita. El club las ha ido entregando, con cita, desde principio de mes, mientras el Calderón va llenándose de huecos aquí y allá. Muchos aprovechan para echarle un ojo al estadio cuando la puerta 6, una de las únicas dos que quedan activas, con los números sobre ellas, en las demás se han arrancado, para ver cómo se va desdentando su grada. Es un puñetazo a la nostalgia.
El Calderón ya no está intacto, como se recordaba, como se terminó, ahora se le ve el hueso: o esos bancos corridos de cemento que eran sus asientos cuando se construyó, los mismos que cimbreaban cuando Futre corría pegado a la cal y todo el fondo sur saltaba a la vez. Es imposible ya casi verlo de otra manera: en las aberturas sobre la M-30 donde sigue aquel anuncio a la afición de Mahou ahora se suman unos paneles que impiden ver el interior del estadio con la claridad de antes. Cómo va perdiendo sus asientos. Más de la mitad de esos 26.000 están repartidos, todos tienen algo en común: un certificado de autenticidad. Cada abonado se lleva el suyo, no otro. Ese papel lo demuestra: está su nombre, el sector, la fila y el número. Y tantos años.
En Internet se han puesto butacas en reventa por 500 euros
La nostalgia de unos para otros puede ser un negocio. Con los asientos del Calderón está pasando. Porque si casi todos los abonados los quieren para guardar en casa, conservarlos, otros revenden. Wallapop es una de sus plataformas. “Asiento del Calderón sin abrir, con su certificado. Precio no negociable”, dice un anuncio, foto de la caja. Ese precio son 100 euros. Está reservado. Otro aún no. “Asiento con su certificado”, anuncia. Lo vende a 150. También los hay a 80 y los hubo a 500 (cuando los asientos que podían conseguirse eran los que, en los últimos partidos en el viejo estadio, algunos aficionados pudieron llevarse). En las tiendas del Atleti también se venden. Y más baratos: 49,95 para socios, 79,95 para los que no.