20 años de la Francia del 'Negro-Blanco-Árabe' campeona
Liderada por Zidane, símbolo de un país multirracial, la selección gala ganó el Mundial del que era anfitriona. Dos décadas después, en Rusia opta a todo.
Era el primer Mundial tras Maradona, que había dejado muchos huérfanos de la forma más fea posible, con un positivo en Estados Unidos 94, y se buscaba nuevo ídolo intergeneracional. Fue el escenario ideal para la irrupción de Zidane, que heredó el trono con una eclosión de altura en Francia 98, cuando lideró a su selección hasta levantar su primer y único Mundial. De aquello han pasado veinte años, dos décadas de una victoria considerada no sólo deportiva, sino también social. El triunfo de aquel equipo multirracial, fiel espejo del amplio espectro de la ciudadanía francesa, se entendió como germen de un país más tolerante, integrador y cohesionado. Apodada por su mestizaje la 'Black, Blanc, Beur' ('Negro, Blanco, Árabe'), sólo ocho de los 22 convocados por Aimé Jacquet eran 'puramente' franceses.
En esa macedonia de orígenes, de ascendencias que iban desde la antillana a la argentina o la española, sobresalió Zidane, un marsellés de padres argelinos. Fue Zizou, pese a perderse por una expulsión la última jornada de la fase de grupos y los octavos, el factor más determinante de un ataque que hizo 15 tantos en siete partidos. En el otro extremo estuvo Barthez, Premio Yashin al Mejor Portero tras encajar sólo dos goles en todo el torneo y dejar la puerta a cero en cinco encuentros. En grupos, con un parcial de 9-1, Francia barrió a Sudáfrica (3-0) y Arabia Saudí (4-0), y se impuso a Dinamarca (2-1). Los octavos, ante Paraguay, los superó gracias al primer gol mundialista en una prórroga, obra de Blanc, mientras que de cuartos pasó gracias a su mayor tino respecto a Italia en la tanda de penaltis. La semifinal y la final dejaron dos héroes para la memoria futbolística del país: primero, Thuram pudo con su doblete al gol de Suker; después, otro doblete, este de Zidane, noqueó a una Brasil a la que terminó de tirar a la lona Petit en el 92'.
Griezmann pedía autógrafos, Dembélé no había nacido y Mbappé lo hizo cinco meses después
"Seguro que mi vida cambió con aquel partido. Me convertí en un jugador que marcó la historia del fútbol francés. Hay que decirlo, la gente cambió hacia mí; sus miradas... lo sentía cada vez que me cruzaba con alguien (...)", dijo en una entrevista en L'Équipe Zidane el pasado 1 de junio. "Los días antes de la final, Aimé Jacquet hizo hincapié en los córneres: 'Zizou, sé que el remate de cabeza no es tu fuerte, pero con este brasileño de 1,70 [Roberto Carlos] y el otro de poco más [Leonardo], te garantizo que si vas con convicción puedes hacer algo'". Y así fue: dos córneres, dos cabezazos, dos goles de ventaja al descanso de un jugador del que se diría que no ha perdido vigencia viendo su magistral falta hace una semana en la pachanga conmemorativa de aquel éxito. Ahora, entrenados por Deschamps, integrante de esa célebre Francia del 98, les toca el turno a los Griezmann y compañía. Del delantero del Atleti ha trascendido un vídeo en el que, con siete años, pedía autógrafos a Henry o Zidane. Uno de sus socios en el ataque, Dembélé, no había nacido cuando la gloria inundó el país galo en la noche memorable de Saint-Denis; otro, Mbappé, lo hizo cinco meses después. Ahora optan a emular una gesta sin réplica hasta hoy...