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PORTUGAL

Así fue el día más tenso de la historia del Sporting de Portugal

El club se despertó acusado de amaños en balonmano y la jornada acabó de madrugada en dependencias policiales tras un ataque ultra.

El entrenador del Sporting de Portugal, Jorge Jesús, con el escudo del club al fondo en una imagen de archivo de un entrenamiento en Alcochete.
PEDRO NUNESREUTERS

El Sporting de Portugal vivió ayer martes uno de los días más convulsos de su historia. Primero, por la acusación de amañar partidos para conquistar el título de campeón de liga de balonmano y después por la agresión a miembros de la plantilla y cuerpo técnico del primer equipo de fútbol en las instalaciones de la localidad de Alcochete, al otro lado de la desembocadura del Tajo.

El día negro para la entidad del Alvalade comenzó por la mañana en los quioscos de toda Portugal. El diario Correio de Manha destapaba que la Fiscalía portuguesa está investigando una presunta trama de pago a árbitros de balonmano para que beneficiaran los intereses del Sporting en terceros partidos (en los que intervenía el Oporto, su mayor rival para el título) durante la liga 2016-2017, una temporada en la que el club blanquiverde conquistó el campeonato tras 16 años de sequía.

El otro escándalo llegó por la tarde, en el centro de entrenamiento. Un grupo de medio centenar de encapuchados entró en las instalaciones de la Academia del Sporting y accedieron hasta el vestuario, donde causaron varios desperfectos materiales y agredieron a varios jugadores (entre ellos, Bas Dost, Acuña, Rui Patricio, William Carvalho, Battaglia y Misic, según O Jogo), al entrenador Jorge Jesús y a su ayudante Raúl José. Bas Dost sufrió tres heridas en la cabeza. La Policía identificó en Alcochete al menos a 15 de los atacantes y, al final del día, 21 personas habían sido detenidas en relación con los incidentes.

Después de que a las 18:02 (hora portuguesa, 19:02 en España) el club emitiera un comunicado confirmando y condenando los hechos, a las 18:40 (hora local) llegó a Alcochete el presidente Bruno de Carvalho, con quien los jugadores rechazaron hablar [ambas partes mantuvieron un fuerte conflicto en abril tras el partido de ida de cuartos de final de la Europa League contra el Atlético]. Para entonces, los futbolistas y sus representantes legales ya se habían puesto en contacto con el Sporting para hacer llegar su postura y mostrar su negativa a disputar la final de la Copa de Portugal, en la que deben enfrentarse al Aves el próximo domingo (18:15, hora española).

Tras consultar con el sindicato de futbolistas portugués, algunos jugadores manifestaron también su intención de rescindir su contrato de manera inmediata con causa justificada, según A Bola. Un especialista en derecho deportivo comentó a O Jogo que, en su solicitud, los jugadores podrían alegar la falta de diligencia del club para garantizarles "los medios y la seguridad para la prestación del trabajo en condiciones salubres".

Los salida de los jugadores de Alcochete comenzó a las 20:30 (hora local), pero se prolongó durante más de dos horas. Mientras tanto, varios centenares de aficionados se concentraban en el Estado José Alvalade para mostrar su rechazo a los incidentes. Por su parte, el presidente De Carvalho aseguraba en la televisión oficial del club que el equipo estaría en la final de la Copa y responsabilizó del ataque a las autoridades deportivas gubernamentales, mientras que Jaime Marta Soares, presidente de la Mesa de la Asamblea General, afirmaba desde Alcochete que ningún jugador pedirá su salida del club.

Varios jugadores, Jorge Jesús y otros miembros del cuerpo técnico no abandonaron la Academia de Alcochete hasta después de las 23:00 (hora local). Pero la noche continuó a 12 kilómetros de allí, en las dependencias de la Guardia Nacional Republicana en Montijo, adonde acudieron a prestar declaración varios miembros del equipo, que permanecieron allí hasta cerca de la una de la madrugada, según Record. Entre ellos William Carvalho, Coentrao, Palhinha, Rubén Ribeiro, el técnico Jorge Jesús y Bas Dost. El holandés, al que le tuvieron que dar seis puntos en la cabeza fue el único en hablar, aunque se limitó a un breve "tranquilo, no hablar".

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