Bacca aclara las dudas de Celta, Villarreal y Pékerman
El colombiano deja a su rival sin opciones europeas con su hat-trick, distancia a su equipo del Sevilla y manda un mensaje a su seleccionador de cara al Mundial. Polémica arbitral.
No es fácil resolver más dudas, lanzar tantos mensajes y aclarar tal cantidad de agendas como Bacca hizo esta vez en un mismo partido. El delantero, con una actuación soberbia a la espalda de sus marcadores y sus primeros tres goles de una tacada en España, ya es el primer jugador en hacer un hat–trick esta temporada en el primer tiempo y es el segundo colombiano en marcar en cuatro jornadas seguidas en Liga tras Falcao en el Atleti (2012). De sus zarpazos se sirvió para dejar al Villarreal a un solo paso del objetivo europeo, para condenar definitivamente las aspiraciones del Celta y, ya de paso, para enviar un mensaje a su querido seleccionador, Pékerman: en Rusia también se baila cumbia.
El partido fue mejor que las expectativas. Valga el inicio como ejemplo para entenderlo. A los treinta segundos Asenjo ya había hecho un penalti a Wass, sin señalar, tras un fuera de juego que casi nadie había visto. En 3’ Maxi pudo abrir la lata a bocajarro. En el 4’ Álvaro pudo encarrilar el partido. Y en el 8’ Bacca ya había cabeceado sus primeras intenciones en el larguero. Qué estrés. Con tanta agitación, la tromba de agua era lo de menos mientras en la televisión las repeticiones del tiroteo se acumulaban en cadena. Tanto había en juego que el panorama de ida y vuelta recordaba a una prórroga de infarto con las medias por los tobillos. Hasta que Trigueros alzó la mano, pidió el balón y se afanó por detener la locura. En su primera gran aportación al juego de ataque, el manchego encontró a Raba entre líneas y éste a Bacca al espacio, mientras la cintura de Hugo Mallo se hacía una trenza. 1-0.
El Villarreal encontró ahí su mejor juego. Porque si el partido de Bacca fue clave, lo realmente determinante pareció el nuevo plan del Submarino. Tras probar un rombo durante meses en medio campo, con interiores por extremos y con una eficacia intermitente, este sistema con las bandas abiertas de siempre ha devuelto el brío y la felicidad. Castillejo es el de antes y Cheryshev, el que ya ni recordábamos. Así, cada pérdida del Celta en la salida era un suicidio. El equipo de Unzué volvió a dejar muestras de su estilo ejemplar, pero sin Aspas (20 goles y cinco asistencias) le faltó nervio, mordiente y lo más caro de todo: acierto. Encontró el 1-1 por un disparo de Sisto que Asenjo no acertó a blocar en el 34’. Pero al minuto siguiente se topó con la realidad. Dos balones al espacio burlaron su descoordinada presión, uno de Rodrigo y otro para Raba, que acabaron con dos cuchilladas de Bacca, la primera en fuera de juego. Ahí se acabó todo.
El plan desesperado del Celta y de la estratega contra del Villarreal se acentuaron en el segundo tiempo, cuando a uno le entraron las prisas por no echar el cierre anticipadamente a la temporada y al otro empezaban a salirle por fin las cuentas, con el Sevilla de mudanza y con la visita aplazada al Camp Nou en el horizonte (9 de mayo), quién sabe si con el Barça ya como relajado campeón. La alternancia y la atractiva contraposición de estilos aún mantuvo el partido en vilo porque Cheryshev perdonaba. Pero Castillejo, en el descuento, se responsabilizó de evitar más sustos a deshora. No hace falta ni recordar que, cómo no, fue en otra contra.
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