Alguacil cambia la cara de la Real en solo dos partidos

En solo dos partidos Imanol Alguacil ha cambiado de forma radical la cara de la Real Sociedad. Y no por los resultados, que también, porque se ha empatado un encuentro y ganado otro. Sino, sobre todo, por el estilo de juego, que ha cambiado de forma ostensible. Tanto es así que, curiosamente, en los partidos con el nuevo técnico la Real ha tenido menos posesión que el rival, y eran equipos que no destacan precisamente por querer tener la pelota, cuando en los dos últimos años y medio, eso era algo innegociable.

El cambio, de todas formas, se resume de forma sencilla en dos detalles: la Real ha pasado se ser un conjunto extremadamente frágil en defensa y en el que primaba la posesión del balón por encima de todo a otro equipo bien distinto, que no recibe goles y que pretende ser más vertical y con un juego más directo. Y a partir de ahí llegan el resto de matices. Alguacil hace su Real desde atrás hacia adelante, primero hay que hacerse fuerte en defensa, trabajar bien los conceptos defensivos y cerrar bien las líneas de pase del rival. Y la Real de Eusebio se hacía de adelante hacía atrás, dando más importancia a la defensa con la pelota que al balance defensivo cuando se perdía la posesión. La mejor defensa era atacar, un concepto muy loable pero al mismo tiempo arriesgado, especialmente cuando sus jugadores atravesaban un bache de juego que les impedía ser tan brillantes con la pelota como el año anterior. Aunque lo peor era que jugaba con ese riesgo siempre, de principio a fin, y así llegaron los golpes duros de perder partidos en los minutos finales que hicieron mucho daño a la moral de la plantilla.

En dos partidos al frente del equipo realista, los de Alguacil no han recibido ningún gol y apenas han concedido ocasiones a sus rivales. Y han logrado marcar cinco goles, gracias a la goleada contra el Girona. Ante el Eibar sacrificó la brillantez atacante indudable de esta plantilla por no encajar. Y logró el objetivo. Pero en Anoeta este pasado domingo quería dar un paso al frente. Y mostrar su idea de ataque, totalmente diferente al de Eusebio. Alguacil propone transiciones rápidas, verticalidad, pases al hueco y aprovechar los espacios a la espalda de los rivales. No le molesta no tener la pelota. Quiere intensidad y sacrificio, en defensa y en ataque. Y desde ese equilibrio, que lleguen las ocasiones. Eusebio pretendía controlar más el ataque, sostenerlo más, un fútbol de control en el que no importaba ser más horizontal hsta encontrar el pase final. Y era todo más lento. El oriotarra mete emoción a su fútbol, la que transmite desde el banquillo a sus jugadores, para llegar con fuerza a la portería rival. El vallisoletano era más académico, todo era mucho más pausado, fiel reflejo también de su forma de ser. Y una cosa no es mejor que la otra, simplemente es diferente, como reflejan las dos formas de jugar de ambos. Algo también muy evidente en el esquema utilizado. Se ha pasado del 4-3-3 inamovible de Eusebio al 4-2-3-1 de Alguacil, con doble pivote claro y un Mediapunta que sirve de enganche con llegada al marco contrario.

También es distinta la manera de gestionar el vestuario. Eusebio tenía un grupo de jugadores fijos, en los que confiaba hasta la extenuación, aunque no estuvieran al 100%, como reflejan las alineaciones y los minutos jugados por los jugadores. Mientras que Alguacil utiliza más profundidad de banquillo, como demuestra que hasta 17 jugadores habían salido de inicio con él en tan solo dos partidos al frente del primer equipo. Contra el Girona introdujo de golpe seis cambios con respecto a Eibar. Y dio la alternativa a Ruben Pardo, que encima fue titular, cuando llevaban desde octubre sin jugar un solo minuto. Y Kevin volvió al lateral zurdo, cuando llevaba sin jugar dos meses. Son pequeños detalles de cómo Alguacil ha cambiado la cara en solo dos jornadas a la Real, de la que ya queda poco del estilo de Eusebio.

R. Sociedad

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