Cuando Rubén Castro se perfiló antes de soltar un latigazo imparable para Iker Casillas y anotar el 4-2 definitivo, todo el estadio Insular, prácticamente lleno, estaba llevando ya en alas a los jugadores amarillos en una desbordante alegría. ¿O habían sido los jugadores los que habían llevado en volandas a su afición? Aquel 3 de octubre de 2001, los blancos visitaban a los insulares, pero se llevaron una soberana derrota (la última hasta ahora). Los locales salieron decididos desde el primer momento. Pablo Lago, tras aprovecharse de un rebote, inauguraba el marcador. Munitis lograría empatar, pero apenas dos minutos después Jorge adelantaba a los amarillos desde el punto de penalti. También a balón parado igualaría el Madrid: Zidane, con una falta directa, volvía a fijar las tablas en un intercambio de goles antes del descanso.
La segunda parte tuvo tres factores clave: Fernando Vázquez, entrenador local, introdujo a Alberto por Josico. Un centrocampista técnico por otro más defensivo. Además, la expulsión de Munitis (55’) fue letal para las aspiraciones blancas, puesto que Del Bosque tenía numerosas bajas por un parón FIFA, y la entrada de Rubén Castro (puso al Insular en pie con su juego vertical) fue fundamental. Con diez, los locales se lanzaron al ataque sin desmayo, logrando la victoria con dos goles, ambos de Rubén y de bella factura. El segundo gracias a un formidable remate de volea. Los canarios esperan repetir la historia este sábado: tres puntos y un nuevo triunfo local ante los madridistas...
