De Albertini a Thomas, de importar pivotes a producirlos
Desde el regreso a Primera esa posición se convirtió en una pesadilla para el director deportivo de turno del Atlético. La cantera se ha erigido en especialista para ese puesto.
En el verano de 2007 Gabi dejaba el Atlético de Madrid rumbo a Zaragoza para consolidarse en Primera División después de no haber podido hacerlo en dos temporadas consecutivas en el Atlético. Primero a las órdenes de Bianchi y Pepe Murcia y, después, con Javier Aguirre. Desde el retorno a Primera la posición del medio centro ha sido un caballo de batalla para el Atlético hasta la actualidad cuando su cantera se ha convertido en la principal productora de jugadores para esa posición. En 2002 el Atlético firmaba a Emerson y a Albertini, dos jugadores expertos y de nivel, que abrían un elenco de centrocampistas que fueron desfilando por el vestuario del Calderón con no mucha continuidad y, en algunos casos incluso con polémica. En 2003 la novedad era el uruguayo De los Santos, tras dos años interesantes en el Valencia (donde regresó al año siguiente) y el retorno de un Simeone ya crepuscular. De la cantera asomaban ya Diego Rivas y Gabi, pero su futuro, iba a estar lejos del Atlético. Luccin era la gran esperanza para la acometida 2004-05. El francés se había hecho un nombre en la Liga jugando un gran fútbol con el Celta y en el Atlético sumaría muchos partidos, con luces y sombras. Comprometido, pero no llegó a ser ese salto de calidad que se esperaba. En su mismo reparto figuraban otros medios centro firmados como Colsa o el singular Pato Sosa. Y apariciones esporádicas de la cantera como Zahínos o Raúl Medina.
En 2005 el Atlético acudió a Carlos Bianchi para dar un golpe de timón en el banquillo. El Virrey lo había ganado todo con Boca, era un entrenador de moda, pero su regreso a Europa fue tan desastroso como el de años antes con el Roma. El propio Gabi y Luccin eran los pivotes de su once tipo, pero nada funcionaba y ni Colsa ni Zahínos le sacaron del atolladero. La cantera seguía sacando jugadores, por aquel entonces era Mario Suárez el que apuntaba, pero las urgencias no invitaban a los técnicos a esperar a que la producción del vivero elevara el nivel de la plantilla. Después de que Pepe Murcia arreglara el despropósito que quedó tras la marcha de Bianchi, llegó Aguirre para compactar a un Atlético que hacía aguas tras mostrar ese talante en Osasuna. Esa temporada fue la del aterrizaje sin ambages de Jorge Mendes en el Atlético y se le pidió ayuda para darle nivel a la plantilla. No había mucho en las arcas para lograrlo así que se tiró de campeones como Maniche y Costinha que venían de una liga relajada como la rusa. El resultado fue el estupor en la grada. Ni juego ni, por parte del primero, entendimiento con la grada. Luccin aguantaba y Gabi entendió que lo mejor era emigrar. Lo hicieron él y Mario Suárez para realizar un camino que después se ha demostrado como de lo mejor para que un canterano crezca. En el Manzanares era el turno para Raúl García, la perla del momento que llegaba de Osasuna, y para apuestas también fallidas como Motta y Cléber Santana. Lo de Raúl García ha sido curioso.
Tuvo que lidiar de primeras con los pitos del Calderón jugando como medio centro para después convertirse en uno de sus héroes abandonando esa posición y tras, eso sí, otra cesión. El talonario seguía siendo la manera para darle solución a un puesto que nunca terminaba de dar problemas. El Atlético había vuelto a la Champions pero las caras nuevas y de fuera en el pivote se sucedían. En 2008 llegó Paula Assunçao, tras ser la piedra angular del periplo ganador del Oporto de Jesualdo Ferreira. Un pivote de posición puro, al que se quiso acompañar con un joven Banega que se estrelló. La aparición de la cantera había sido Camacho, al que Aguirre había hecho debutar con un notable efecto sacudida para la entidad. Gabi y Mario Suárez estaban fuera, pero las inferiores empezaban a especializarse en un producto que ahora es de éxito para el Atlético y de importancia para la Liga. Junto a Camacho, entre otros, despuntaban también en el filial Rubén Pérez, quien también se ha hecho un sitio en el fútbol profesional, y Koke. Este último debutó a las órdenes de Abel en 2009 y con la aparición de estos tres últimos se empezaba a considerar lo que se había formado en casa, aunque apuestas como Elías no seguían faltando. Pero Mario había rendido a gran nivel en el Mallorca y regresaba para un lustro lleno de títulos. Koke era jugador del primer equipo y el club había buscado la experiencia de Tiago para secundarlo. Gabi fue quien retornó al año siguiente. Su fichaje pasó casi de puntillas, lo que contrasta con el peso que ha llegado a aglutinar. Con el Cholo se asentó Koke, creció Gabi y terminó de formarse un Saúl que siguió el ejemplo de otros y se doctoró en una cesión. Como lo ha hecho también Thomas. El Atlético no por ello ha dejado de mirar al mercado, lo hizo con apuestas como Guilavogui, Augusto o Kranevitter, pero al final, en lo que a medios centro se refiere, la cantera le ha venido aportando una seña de identidad. Lo próximo que el club tiene entre manos es el regreso de Rodrigo, que pasó una parte de su formación en el Atlético y que se ha hecho jugador en el Villarreal.