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Asensio celebró así su gol en Butarque.
Asensio celebró así su gol en Butarque.REUTERS

Cambiarlo todo para que nada cambie. Zidane metió nueve jugadores distintos a los del sábado y le quitó cinco años al once. Pero el abatimiento es general, no tiene que ver con la escala social ni con la edad. Parece como si para el Madrid el mundo empezara y acabara en el duelo ante el PSG. Con todo, al Leganés, que fue mejor tras el descanso, no le alcanzó ni siquiera para empatar. Lo mató a un minuto del final Asensio, otro en paradero desconocido.

No amanece en el Madrid, ni un polo ni en el otro. Como si nada hubiese sucedido en la Liga, como si la Copa siguiese siendo un plus y no una salida de incendios, insistió Zidane en la cara B de su plantilla, por si la reincidencia acaba llevando a la ciencia. De momento, no. Jugaron los cinco llegados en verano, que en cada partido se hacen menos prometedores. Vallejo se rompió al cuarto de hora, reafirmando cierta fragilidad muscular ya apuntada en el Eintracht. Y el resto arrastró su resignación: no se sienten alternativa y tampoco lo disimulan. Marcos Llorente resulta demasiado plano, Dani Ceballos anda sin duende, Theo sigue encogidísimo y a Mayoral, que no es delantero de gran autonomía, no le llega nada. Han venido en mal momento y no hay quien les eche un cable, porque Marco Asensio, jerarca de este plan B, parece desconectado, Lucas Vázquez ha perdido desborde y a Kovacic le está costando volver, aunque fue el más emprendedor.

La reacción del Leganés

A este panorama postnuclear se sumó demasiado tiempo el remozado Leganés (ocho cambios respecto a la Liga), demasiado remilgado al principio, demasiado respetuoso, más inclinado a llegar al Bernabéu con vida que con ventaja. Así que durante un tiempo no pasó nada, lo peor que puede decirse del partido y del Madrid, que por no hacer no hizo ni una falta antes del descanso. Los de Zidane pasearon la pelota a espaldas del área y los de Garitano fueron refugiados permanentes sin otra misión que no equivocarse. Lo hizo dos veces Rubén Perez antes del descanso y dos veces le indultó el Madrid. Kovacic se dejó ir la primera con Champagne pidiendo clemencia y a la segunda no llegó Lucas Vázquez, en servicio de Asensio.

Aquella larguísima inactividad se vio interrumpida al comienzo de la segunda mitad con un arrimón del Leganés que le dio que para un centro sin remate de Naranjo, un cabezazo suicida de Llorente a su propio larguero tras error en la salida de Casilla y una volea de Beavue salvada por el meta, mientras el Madrid seguía comodón, inapetente y hasta holgazán. La infección en el ataque había acabado por extenderse a la defensa, más tras la entrada de Amrabat, un verdadero reactivo.

La llegada de Modric e Isco apagó el fuego y en el ataque madridista mejor orientado Theo puso un buen centro en el primer palo y ahí apareció Asensio para fusilar a Champagne. Un gol que le acerca a las semifinales pero no a la salida de su laberinto.