La segunda unidad cumple
Valverde reservó siete titulares y dejó la eliminatoria pendiente del Camp Nou. Brilló Arnaiz, que marcó un gol y fue un incordio. Volvió Dembélé.
A Ernesto Valverde le siguen funcionando los planes. Quería el técnico barcelonista jugarse el pase a cuartos en la Copa en el partido del Camp Nou y logró su objetivo tras empatar a uno en Balaídos alineando a un equipo con muchas rotaciones ante un Celta que lució sus mejores galas. Sin Messi, Iniesta, Alba, Ter Stegen, Luis Suárez, Rakitic y Sergi Roberto de inicio (o lo que es lo mismo, sin siete titulares del Bernabéu) el Barça logró su objetivo, que no era otro que resistir en Balaídos, campo donde últimamente el Barça salía trasquilado, de cara al duelo del Camp Nou del próximo jueves.
Nunca escondió el técnico barcelonista que planteaba una eliminatoria más que un partido. Tenía muy claro el Barça que la primera providencia de cara a esta ronda se resumía en la palabra gestión. Con una previsión de nueve partidos en 28 días, la administración de efectivos se supone fundamental desde el primer momento. Y eso es lo que trató de llevar a cabo el entrenador culé con una alineación que era también un reto de cara a esos jugadores que reclaman más minutos. En este sentido, unos funcionaron más que otros.
Sin duda, el partido en Vigo puso en alza las acciones de André Gomes, Vermaelen y Jose Arnaiz. Tres casos para analizar. El primero jugo su mejor partido desde que llego al Barcelona. Fue valiente, descarado, asumió el liderazgo del equipo y se sacó de encima ese corsé que parecía atenazarle. El belga, por su parte, mantuvo ese nivel de seguridad que era desconocidísimo para los barcelonistas. De nuevo perfecto en todo y sin noticias de la enfermería. La gran sorpresa lleva el nombre de Arnaiz, autor del gol del Barcelona. Su tercer tanto en tres partidos con el primer equipo. Un delantero con un olfato determinante y que sin lugar a dudas, se siente más a gusto con los mayores que con los del filial.
Luego, en clave blaugrana, destacó el estreno de Dembélé (más por el estreno que por su anecdótica participación) y la ausencia de colmillo de gente como Denis o Aleix, tan sacrificados como inanes.
En el Celta, lo previsto. Un equipo que da gusto verle y que tiene entre sus filas a dos de los jugadores que tienen más maldad del mundo (dicho sea en un sentido elogioso futbolero). Pione Sisto y, por encima de todo, Iago Aspas, no hacen nada sobre el terreno que no tenga aviesa intención. Todos sus movimientos están pensados para hacer daño al rival. No dan puntada sin hilo. Junto a Wass y Lobotka son una factoría de crear juego.
Con estas armas y dos equipos queriendo el balón, el partido osciló como un combate sin tregua. Tan pronto el Celta agobiaba durante diez minutos, el Barça respondía con contragolpes letales, como el que dio origen al 0-1 de Arnaiz al cuarto de hora de partido. Pero el conjunto local nunca desistió en su empeño y una jugada entre Aspas, Cillessen, el larguero y la definición letal de Sisto igualó un duelo vibrante en el primer tiempo.
En la segunda parte pareció que el Barcelona controlaba el campo y dominaba la situación. Denis Suárez desperdició a los 60 minutos una ocasión cantada, Busquets disparó al larguero un minuto después y cuando el partido parecía estar a punto de nieve para el Barça, el Celta resucitó y volvió a equilibrar un primer acto que a falta del segundo, sigue avalando el plan previsto por el técnico blaugrana, que tiene la eliminatoria donde la quería y sin desgastar a los cracks. Otra cosa es que el Celta, ante el Barça de lujo, logró en Liga un resultado que les daría el pase a los cuartos. Queda mucha tela por cortar.