En el Atlético de Madrid todo se vive de forma diferente. Es un club pasional y de nervio. De corazón, al fin y al cabo. Y está claro que son pocos los que lo pueden entender. Entender como un equipo consiguió más afluencia de público recién descendido o como un equipo que en la misma temporada sufría un batacazo en Copa cambiaba hasta salir campeón de la Europa League y alcanzar cotas soñadas por pocos en el club con un protagonista por encima de todos, Diego Pablo Simeone.
Todo empezó a empezar una noche complicada en el Carlos Belmonte. El Atlético estaba en una fase de crecimiento evidente. Había ganado la Europa League y había conseguido integrar en su plantilla a uno de los delanteros en auge del viejo continente, Radamel Falcao. Además, el club ese había pescado a Arda Turan, por entonces, destacado mediapunta en Turquía, Gabi desde el Zaragoza, Tiago desde la Juve, un jovencísimo Courtois y Diego Ribas, talento que fascinaba años atrás que no había encontrado acomodo en la Juventus.
La plantilla tenía talento pero todos estaban por confirmar entre los mejores como el propio Gabi, Godín o Filipe Luis entre otros.
La temporada dio comienzo con Gregorio Manzano en el banquillo pero los resultados empezaron peor de lo esperado (7 derrotas en Liga en 15 partidos, incluyendo un 4-1 contra el Real Madrid y un 5-0 contra el Barcelona) y los ojos estaban puestos en la banda.
Después de la irregularidad en Liga, llegaba la Copa como verdugo o la oportunidad para resarcirse. En primera ronda, al Atlético le tocaría visitar a un Albacete inmerso en la Segunda B y lejos de sus mejores épocas.
En el Carlos Belmonte comenzó la debacle. Un once de meritorios del Atleti no podía contra el Albacete que saldría de su casa con un 2-1 a favor gracias a un primer tanto de Antonio Call e, que ejecutó un penalti provocado por una mano de Domínguez en el área que señaló sin duda Teixeira Vitienes. En el 51, el partido parecía complicarse para el Albacete cuando le pitaron un penalti en contra pero Adrián la mandaba a las nubes. El Belmonte rugía con el fallo y aún más con el gol de Zurdo de libre directo . 2-0 y el Atleti contra las cuerdas. Adrián se redimía haciendo el 2-1 que daba oxígeno al Atlético.
Un bache copero habitual que se podía solucionar en el Calderón, goleada mediante a poder ser. Nada más lejos. El Albacete no se arrugó a pesar de que Goyo Manzano alineó a los primeros espadas, incluyendo a Falcao, el delantero de los 50 millones. El once del batacazo definitivo fue Asenjo; Juanfran, Miranda, Godín, Filipe Luis, Gabi, Assunçao, Diego, Koke, Adrián y Falcao. De estos once, ocho serían titulares en la final de la Europa League que jugarían ese año (Juanfran, Godín, Filipe, Miranda, Gabi, Diego, Adrián, Falcao) y Koke sería el noveno, saliendo desde el banquillo.
No llegaba el minuto 1 al reloj de un Calderón semivacío cuando el Albacete se adelantaba con un gol de Víctor Curto que acabaría de sentenciar la eliminatoria.
A la mañana siguiente, el entrenador se reuniría con la cúpula del Atlético en el Calderón y firmarían el finiquito de Gregorio Manzano. Los rojiblancos traían a un entrenador que ilusionaba pero en el que se tenían ciertas dudas: había ganado en Argentina pero también había tenido proyectos fallidos en Italia. Su condición de símbolo del club le daba más crédito y la experiencia no pudo ser más satisfactoria para el club.
El Albacete, que esa temporada acabó eliminado en octavos por 0-4 contra el Athletic, fue el culpable de dar el pistoletazo de salida a la etapa de Simeone en el banquillo rojiblanco que empezó con un empate a cero con el Málaga y ha dejado, de momento, una Liga, una Copa del Rey, una Europa League y dos Supercopas, una de España y otra de Europa.