GRUPO J | ATHLETIC 3 - HERTHA 2
El Athletic saca petróleo de su picardía y roza la clasificación
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Hay días en los que notas que el sol ha salido por ti. Que la previsión era de tormenta pero vas con un aura de cielo azul. Y eso es lo que vivió el Athletic: en una tarde muy justita, se impuso con dos penaltis y un contraataque tras falta sacada donde le dio la gana. El problema de este equipo es lo que transmite. De un partido a otro parece que muta. O incluso en los propios 90 minutos. Meneo en Suecia y empata; media faena ante el Hertha y gana. Europa sigue viva y valdría con empatar ante el Zorya. Será lider si se impone en Lviv y no hace lo propio el Östersund en Berlín ante un Hertha ya eliminado.
Ziganda escuchó al coro próximo y puso a Rico y Aketxe de inicio. También fue consecuente con sus palabras: los que se matan por el escudo a las primeras de cambio, como ambos ante el Villarreal, tienen su premio tarde o temprano. Pero la gente recela ya de cualquier formato y para colmo, nada más amanecer el partido, el Hertha tuvo dos ocasiones claras en las botas de Leckie y Selke, que taponó un Herrerín que sigue inmenso.
El Athletic puso el despertador tarde. Era el comienzo de un horror; le costaba mucho armar juego, era un monigote absoluto. No había ni sombra de la valiente presión alta del domingo ante el Villarreal. Los germanos, nada que ver con su respeto al ilustre rival en el primer partido de la liguilla, cargaban por la banda de Lekue y Williams, y llegaron a acumular hasta tres jugadores. Así que pusieron una alfombra y entre Plattenhardt y Mittelstadt, dos laterales, manosearon una posesión con centro muy sencillo al corazón del área, donde Leckie se adelantó a un blando Etxeita y ni 'supermán' Herrerín pudo evitar el testarazo definitivo.
La gente la tomó con Ziganda, pero las disputas, todas perdidas, eran de los jugadores. Se abrió la espita del frenesí goleador. Hubo un pase interior a Williams (¡por fin rastro local en el área enemiga!), que se giró y el capitán Langkamp realizó un mínimo contacto. Se tiró Iñaki y el colegiado picó. Igualó Aduriz, pero en pleno festejo, el Hertha pegó un martillazo a la ilusión: una jugada básica, saque del portero y prolongación de cabeza dos veces y pase aéreo a Selke descubriendo las costuras de Etxeita. Al Athletic le bailaban y lleva una falta durante 53 minutos, síntoma de su agresividad. Así que la grada pitó en el descanso, harta de este despropósito.
La cosa no pintaba bien: desde febrero de 2015, cuando Dárdai cogió el Hertha, nunca había perdido este equipo un encuentro que llevase por delante al descanso. Ziganda movió la coctelera y puso a Iturraspe para explorar algo de fútbol. Lo puso hasta demasiado tarde. También salió Susaeta, una bendición. El equipo, solo faltaba, estuvo más atento y junto, pisando con asiduidad el campo contrario. Fue coleccionando ocasiones. Esta vez sí llegaba al área. Langkamp cometió otro error de juvenil y metió la mano en un centro al área: el árbitro pitó, esta vez acertadamente pinganillo mediante, otro penalti y Aduriz lo convirtió tras sacar la mano Kraft y dar en el poste. El partido entró en el terreno de lo emocional y ahí los leones se sintieron más cómodos. Tras una falta en campo propio, tiró un contraataque abrasivo, con Susaeta en la diagonal apoyándose en Williams, que abrió a Balenziaga (carrerón en el sorbo final) y este le asistió en un gran gol. Suspiros de alivio. Selke tuvo una en el descuento pero volvió a aparecer Herrerín.
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