GRUPO A | ASTANA 2-VILLARREAL 3
A los pies de Bakambu
El Villarreal remonta al Astana y se mete en dieciseisavos de final gracias a las decisiones de Calleja, al gol de Raba, perla del filial, y al doblete de su pichichi.Final Europa League 2018: Marsella - Atlético, última hora
Si por algo da que hablar este Villarreal es por valiente. Se jugaba su futuro en Europa ante el Astana y Calleja decidió afrontar de inicio el reto con Rodrigo, Adrián Marín y Raba, tres imberbes que podrían peinar canas. No se sabe que es más ejemplar, si confianza en la casa o la respuesta de la guardería. Chaval que tiene una oportunidad, chaval que da la talla. Pero ese no fue el único gesto digno de mención en una noche redonda. Tras comenzar perdiendo y por tanto en urgencias, el técnico juntó a tres delanteros centro en busca de la remontada. Y la doble apuesta tuvo premio. El Submarino (rojo esta vez) sacó adelante un partido cuesta arriba, se clasificó para dieciseisavos y afronta el futuro como primero de grupo. El día que vuelvan Asenjo, Bruno y Castillejo se dispararán las ilusiones.
El Villarreal, pese a la sonrisa final, volvió a recordar que en Europa se pagan más caros los despistes, los desmayos y las concesiones. Mandó de salida, porque no hay quien tosa a Rodrigo y Trigueros, pero perdonó ante Eric y eso le costó vivir después agobiado. Kabananga, goleador del Astana y compañero de Bakambu en Congo, abrió la lata en el 22’ sin avisar. Soltó una rosca maravillosa. El 1-0 puso por momentos la clasificación patas arriba y llegó a amenazar seriamente con robar el liderato con una buena ocasión de Twumasi que sacó a relucir las mejores cualidades de Barbosa. Al Submarino no le quedó otra que apretar. Fornals malgastó otro mano a mano poco después del disgusto, pero fue Raba el que logró empatar a la carrera aprovechando una gran asistencia de Bacca.
El centrocampista sacó a relucir su clase en el control y en la definición. Santanderino de nacimiento y formado en el cántabro Bansander, internacionalizó el talento familiar, ya que su abuelo jugó en el Racing y su hermano lo hace ahora en el juvenil. Aunque más allá de eso, lo que hizo, sobre todo, fue enfriar una caldera que había mantenido a su equipo invicto en casa durante 17 partidos. En la calle hacía -7º, pero el techo retráctil del estadio, tanta manga corta por ese microclima artificial, el amarillo de las gradas y el resultado inesperado hacían que el Astana Arena pareciera el mismísimo Carranza.
El descanso le sirvió al Villarreal para hacer examen de conciencia. Aplazar a la última jornada la clasificación no parecía el mejor plan. Se adueñó de nuevo del balón, apretó algo más las líneas, lanzó más a sus laterales y movió su banquillo en busca de las ideas y el nervio de Bakambu. La estrategia, que acabó con Sansone entre líneas, funcionó. El Astana no hizo más que perseguir el balón y eso le restó poderes para contraatacar. A los seis minutos de la entrada del pichichi llegó el segundo gol. La pared fue de Sansone, aunque la podría haber firmado Fornals. En el 83’ llegó la sentencia. El doblete del congoleño vale una clasificación, el liderato y otra dosis de motivación con el Sevilla más descansado a la vuelta de la esquina. Ni el susto de Twumasi en el 88’ hizo variar el rumbo de un Submarino que navega viento en popa.
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