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Espanyol, el club de la frustración

Antes era por la falta de recursos. Ahora, por no alcanzar fichajes como Banega, el bajo tope salarial, los horarios o la efectividad. El Espanyol no arranca.

Espanyol, el club de la frustración
GORKA LEIZADIARIO AS

Rehúye Quique Sánchez Flores cualquier manifestación de dramatismo, apelando a un pasado no tan lejano en el que el Espanyol luchaba no ya por mantener la categoría, sino por la mera supervivencia. Y los números le dan la razón: pese a llevar solo una victoria en las últimas seis jornadas, el descenso sigue a seis puntos. El problema es de enfoque: si la mirada se echa hacia arriba, Europa queda a nueve. ¿Se encamina el Espanyol a otra temporada de ‘transición’?

“La frustración existe, pero las sensaciones son buenas”, certificó el entrenador el domingo, resumiendo en una sucinta frase el 0-2 ante el Valencia: dolorosa derrota en el que seguramente haya sido el mejor partido del Espanyol este curso. En el fondo, es la historia de nunca acabar. Frustración la sentía como director deportivo Óscar Perarnau sin recursos para fichar, el equipo ante el Athletic en semifinales de la Copa de 2015 o, por supuesto, en el aciago periplo de Constantin Galca.

Pero, aun con los medios disponibles para crecer exponencialmente, la frustración se aferra a la nave perica. La que vivieron en verano los técnicos al alejarse primeras opciones, como Éver Banega, o al evidenciarse un bajo techo salarial. Últimamente, sucede lo mismo con los horarios y con los corsés del sistema. Y ahora se agrava con los resultados, con la falta de gol (nueve en 12 jornadas), con la escasa puntería y, en consecuencia, con la clasificación: por primera vez, el Espanyol lleva menos puntos que hace un año, 13 por 15.

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