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Aduriz mantiene con vida al Athletic en Europa
Javier ZorrillaEFE

El Athletic siempre tiene a Aduriz, predispuesto a evitar vendavales críticos. En un partido que empezó prometiendo, al final tuvo que tumbar entusiasta Östersund a base de fe. Surgió el ariete donostiarra en una jugada extraída de una bolera, por los impactos fallidos, para ganar el partido y mantener la vida europea de su equipo. Además el Hertha se impuso al Zorya y la vida sonríe a este grupo que se quitó una mochila muy pesada.

Para empezar, las alineaciones eran muy expresivas, daban idea de que casi se trataba de una final, especialmente por parte local. Ziganda reeditó la propuesta del sábado ante el Barça y encontró idéntico perfil de juego. Solo introdujo la clásica rotación en la portería, con Herrerín, más el recuperado Balenziaga en el lateral izquierdo. La responsabilidad extrema le hizo repetir con Núñez, que, de paso, debutó en Europa. En el bando contrario, Potter calcó el once de la ida, en plan amenazante como queriendo impresionar a aquel achicado enemigo de hace 15 días.

El Athletic en realidad no estaba para mirar la camiseta rival sino para palparse las heridas. Tiró la presión arriba, abrió el camino con sus extremos y metió mucho ritmo con su espíritu vitalista, estirando el campo para que se cansara el entusiasta Östersund que ha mostrado sus peores registros cuando le han ido a buscar. El escenario también debía imponer su peso. Al cuarto de hora un Williams muy activo cedió al corazón del área, donde Aduriz no llegó de milagro. El punta donostiarra participó en una guerra particular de empujones, primero con Pettersson y más tarde con Papagiannopoulos, todo ello seguido con interés por un árbitro más peliculero que Mateu Lahoz en un cásting de Almodóvar.

Ziganda se ha abonado definitivamente al talento de Iturraspe. A Vesga, su gran puesta este tiempo, ni lo sentó en el banquillo, le descartó y lo mandó a la grada. Entre los extremos, Raúl e Iturraspe trata de forjar cuatro mensajeros de lujo para dar cuartel a Aduriz. Cuatro jugadores para presagiar un fútbol armonioso. Hasta tres cuartos de campo los leones hacían bien los deberes, pero en el pase final y los remates echaban borrones. A la media hora, la nave del partido viró. El Östersund, que previamente lanzaba a un enorme Sema, empezó a tocar la pelota y dominar más ese potro que empezó salvaje, aunque sus medioscentros Bachuri y Nouri andaban en paradero desconocido.

En el minuto 49, una gran jugada de Córdoba por la izquierda, al estilo de los grandes extremos dejando cadáveres a su paso, y cedió a un Raúl García que midió mal los pasos al atacar el balón y remató en mala postura un balón clarísimo de cabeza que se fue por encima del larguero. A veces en la estrategia, el Athletic abusaba de la pizarra en lugar de meter la bola al área en busca de los cazarrecompensas Aduriz, Raúl o San José. La presión fue cediendo por el cansancio y durante un rato no había ni migajas del montaje firme de los vascos por más que tuvieran carrete con la pelota. El Athletic jugaba a recuperar el balón y cada uno, ansioso, iniciaba carreras individuales en busca de la odisea. Ziganda quitó a San José y apostó por Susaeta por dentro para buscar más presencia arriba y disparo. San Mamés pidió un penalti por balón a la mano de Papagiannopouls, pero dio sensación de estar muy justo.

La victoria tenía que llegar por fe, porque el fútbol se escapó en el tramo final. Y así fue. El gol salió con fórceps. Un tanto ortopédico. Lekue centró desde la derecha, no salió limpia la jugada porque golpeó en un rival. Siguiendo la cronología liosa, Williams la pegó mordida y Raúl la dio felino pero golpeó en el larguero. El sainete concluyó con un helicóptero llamado Aduriz, de cabeza, en el rechace. La defensa sueca era un horror anticipando en esos balones y al final el cántaro se rompió en su fuente. El partido estaba medio empaquetado pero no lo tenía en la saca el Athletic. Rico salió para ganar peso en medio y Potter puso en marcha su varita mágica ofensiva, pero esta le negó el milagro.