ÖSTERSUNDS 2 - ATHLETIC CLUB 2
Al Athletic se le aparece la Virgen
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Hay un problema serio en Bilbao. Ya es evidente. Y si no que le pregunten al Östersund, un equipo de tercera categoría en una pirámide competitiva como la española, que trituró a los leones y casi les deja casi sin posibilidad de fallo en la Europa League. Este Athletic pendular, capaz de sacar la cabeza de las alcantarillas en Mestalla y ante un invicto Sevilla, confirmó sus contradicciones: desde aquella final en Bucarest, que ya ha llovido, la plantilla proclama su amorío no correspondido con el torneo europeo, que se le ha resistido en dos ocasiones en el peldaño final y en decenas de ellas en otros pasos previos. Se le apareció la Virgen para que no haya un terremoto en Bilbao. Al menos, demostró que no deja de sacar fuerzas de flaqueza y metió riñones para un inmerecido empate en el tramo final. En la primera parte volvió el equipo indefinido, cosido sobre el mero resultadismo, agarrado a una cantada de 'Vídeos de primera' del portero rival. Y en la segunda recibió el justo castigo del empate, también con colaboración atrás, de meta y central, y el 2-1. Lo cierto es que este equipo es un funambulista y ante enemigos por debajo de su rango es difícil que acabe desmayado. Supo firmar un empate inmerecido.
No habría que meter en el mismo cesto el fútbol que practicaron Östersund y Athletic. Los suecos dignificaron el juego y el Athletic lo pisoteó. No se puede salir a un campo pequeño, estrechísimo, y dar una sensación tan pobre que permite asfaltar al rival autopistas en el frente de ataque. Ante jugadores casi aficionados, Ziganda eligió replegarse, regalar toda la posesión y esperar acontecimientos, como si tuviera una bola de adivino en la que vislumbró pifia risible del meta Keita.
El Östersund es un conjunto redondo, recreativo, al que solo le falta la definición, y claro, esta es la esencia del fútbol. Falló cinco ocasiones clarísimas en su juego de amagos, combinación e intercambio de posiciones. Ha apadrinado esta forma de actuar Potter desde hace muchos años y se nota, porque se expresan de memoria. Muchas veces los exteriores, principalmente Edwards, aparecen por el centro y provocan líos a la defensa. Y Sema, Bachirou y Nouri tienen mucha calidad para engrasar la maquinaria sin pelotazos ni nada de esos recursos de equipo menor.
Al poco de empezar, Mukiibi entró a destiempo a Balenziaga y le puso el tobillo como una bota. Al lateral guipuzcoano hay que le averiarle mucho para que se tache. Pudo aguantar hasta el descanso mientras tenía la articulación caliente y hasta mandó un centro chut en los compases iniciales que estuvo a punto de acabar en gol. La parcela central era un solar y los jugadores locales encontraban siempre la combinación perfecta. Dicen que muchos de ellos ofrecen actuaciones artísticas, en la danza o el teatro, para perder la vergüenza en público, ganar confianza. Pues bien, el sonrojo correspondió a los visitantes, una vergüenza que causó dolor a sus miles de seguidores. Porque, por poner un ejemplo, enfrente estaba un Bachirou que parecía Messi. La bajada de brazos durante 80 minutos debe hacer recapacitar a Ibaigane.
Edwards estaba en todas partes. Un disparo suyo, un disparo sin complicación aparente aunque el campo de hierba artificial siempre esconde secretos poco fiables en el bote, no supo atajar Herrerín, en su única cantada de una noche con muchísimo trabajo, y Laporte no despejó bien. ¡Menuda pesilla vivió el central francés! Así que regalo por regalo, Sema anotó casi como un mate en baloncesto, pero con el pie. La inercia era sonrojante por parte vizcaína y el segundo cayó poco después y Nouri, impresionante futbolista, cedió desde la orilla derecha a Edwards, que estaba echando la siesta en la frontal del área y empaló cómodo para anotar junto al poste de Herrerín. Para más desgracia, el Zorya ganaba al Hertha y ponía el grupo en chino para los rojiblancos. Solo quedaba apelar al espíritu de Atenas, a aquel equipo perdido que remontó con tres goles en seis minutos. Cuco sacó a Córdoba para jugar la carta de Williams y luego dio cuerda a Beñat. Susaeta hizo un jugadón que le bloqueó Keita para sacarse la espina. Como este equipo tiene más vidas que un gato, Williams salvó el honor con el empate tras una virguería de Aduriz.