El Atleti gana y deja dudas
Los de Simeone se impusieron al Brighton, que llegó a empatar el partido dos veces. Al final, un gol de Lucas decidió el amistoso. Otro gol de Torres.
Se decidió Ryan, portero del Brighton, a animar el partido por primera vez cuando éste se iba al descanso. Hasta entonces había sido un dominio absoluto del Atleti. Un dominar sin sudar, dominar por inercia, dominar sin más. Porque cuatro días después de ganar la Audi Cup estaba el Atleti en la fiesta del Brighton, un bisoño en la Premier que se estrena en una semana y quería un último test a lo grande, ante un rival Champions, rival de entidad. La diferencia entre uno y otro, al principio, era como pretender ir a la guerra con una pistola de agua.
El Atleti jugaba, tocaba y dominaba y el Brighton, esperaba. No es que fuera cortés por cicerone, es que tampoco parecía darle para más. Sólo sus centrales, dos torres, intercedían ante un Atleti sin Filipe, donde Filipe era Lucas y Lucas y Carrasco, sus mejores jugadores. La tarde, que invitaba a la siesta por el fútbol, monótono, pendía de los arreones del belga.
Porque si el Atleti dosificaba, jugaba quince minutos sí, quince no, siempre con el dominio, la confianza de que el gol llegaría, tenía que llegar, era tal el abismo, la diferencia, Carrasco parecía tener toda la prisa, la chispa. Lo comprobó pronto Ryan: a los quince minutos ya había tenido que responder con guante duro a dos tirazos del belga. Uno con el interior, el otro, volea. El tercero, un penalti, se lo evitó el árbitro, Kevin Friend, un amigo: derribaron a Carrasco en el área tan claro que éste fue y cogió el balón con la mano. Pero Friend no le pitó penalti sino falta. Y amarilla, por tomar el balón.
Se iba el partido al descanso y el único peligro del Brighton, por decir algo, había sido un cabezazo de Hemed ante Oblak que, lo dicho, fue como si disparara agua. Inocuo. Entonces pasó lo de Ryan: Gaitán probó a lanzarle un balón desde veinte metros y el portero fue a atraparlo como si le faltaran las manos y lo envolviera mantequilla. De potra y con cante, el Atleti ya tenía su gol.
Otro partido
También fue Gaitán el que marcó el segundo, doblete, salvo que en la portería equivocada. Porque había salido el Brighton como si en la caseta se hubiese tomado un café, con otro aire, tres cambios, March entre ellos, y más ambición. Hasta a Hemed se le había quitado la cara de siesta. En una falta lanzada por Gross desde la frontal, Gaitán devolvió el regalo, desviando la pelota lo justo para colársela a Oblak. El golpe no duró demasiado, eso sí. A lomos de Juanfran y su ir y venir constante en la banda, seis minutos después, con un centro de cirujano, tan preciso, encontró la cabeza de Torres, que embocó para volver a escuchar como una grada le canta Theee Kiiid en un gol. Es el 9.
Con los dos equipos modificándose con los cambios, en el Brighton, Hemed le dejaba su sitio a Knockaert, la pólvora de Hughton, su as en la manga. Si el Atleti se había dejado llevar por su dominio inicial eso ya no existía. Se había ido. El partido era otro, y hablaba inglés: si March había inclinado el campo, Knockaert terminó de volcarlo y Sidwell empató para deshacer aquello en lo que más sólido se había mostrado el Atleti esta pretemporada, su defensa.
No sería el fin, sin embargo. Ese jugador al que Simeone le había dado foco al comienzo, Lucas, otro Filipe de garantías, se negó a que lo fuera y, en el 89’, remacharía un rechace de Ryan a un remate de Griezmann. Fue el gol, la victoria, un respiro general. El Atleti se va de Brighton invicto, pero también con algún agujero inesperado en el traje.