Robben pasó de un físico de cristal a capo del Bayern
Lejos han quedado los tiempos en los que Robben llegó a Múnich con la etiqueta de jugador de cristal. Le costó encajar por su juego individualista.
Lejos han quedado los tiempos en los que Robben llegó a Múnich con la etiqueta de jugador de cristal. Le costó encajar por su juego individualista. Sus propios compañeros, entonces, le llamaban Alleinikov. Allein significa solo en alemán, y kov sirve para redondear lo que podría ser el nombre de un jugador ruso. Robben era, para el resto de la plantilla, el Solista. Ahora la historia es muy diferente. Nadie se atrevió a toserle cuando, el sábado ante el Borussia, se jugó un ataque tras otro en la primera parte.
Su débil físico sólo le permitió jugar 1.583 minutos en su primera temporada (07-08) en el Madrid y 2.703 en la segunda. En el Bayern ha jugado 248 partidos en ocho campañas, una media de más de 30. En la 13-14 alcanzó su pico de participación, con 3.124 minutos. El culpable del cambio en la fisionomía de Robben es el doctor Han Wilhem Müller-Wolfahrt, el gurú de la medicina alemán que también es doctor de Alemania y con el que no se entendió Guardiola hasta echarlo. Pero los pesos pesados como Ribéry, Müller y compañía aún le visitan. Robben sigue a rajatabla y sin excusas un programa suyo diario. “No podría jugar en ningún otro sitio”, dicen en el Bayern. “Él exige por contrato que le trate ese doctor”.
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