GRUPO F | REAL MADRID 2-B. DORTMUND 2
Aubameyang elige bombo
El gabonés marcó un gol y asistió para el empate de Reus. Benzema firmó un doblete. El Madrid se queda como segundo de grupo. Gran partido en el BernabéuReal Madrid-Deportivo: LaLiga
El empate técnico entre Benzema y Aubameyang, titular y aspirante, mandó al Madrid al bombo 2, que está cargado de bolas explosivas, aunque el vértigo del choque espanta las sospechas. El duelo fue una ensalada de tiros, en la que el Madrid disparó primero pero no disparó mejor. Ahí se le fue la victoria ante un adversario con mucha pegada y poca mandíbula, un mal cliente. Y Aubameyang dejó lo que el Bernabéu quería ver: un ariete a toda mecha que hizo un gol y regaló otro.
Es materia de estudio astronómico la conjunción de los planetas en favor de Zidane, un técnico que convierte el remiendo en remedio, el contratiempo en oportunidad, el bombo amargo en bombo dulce. Suerte y algo más, explica. Su fórmula de la cocacola. James y Benzema asomaron como los últimos obstáculos en su ruta. El colombiano pareció decidido a reengancharse, a olvidar en qué momento perdió el compás. La Copa no le redimió. Pero cuando apareció el adversario apareció también el futbolista. Tuvo un buen comienzo, con dos disparos antes de los primeros 20 minutos, y luego le regaló el segundo gol a Benzema. Su izquierda siempre fue una cadena de montaje de goles.
Mejor le fue con Benzema, sometido a evaluación por el Bernabéu y que salió de esa atmósfera depresiva en la que a menudo se ve envuelto con un doblete. El primero fue broche de una jugada tejida por Casemiro y Benzema y tolerada por Schmelzer. Lo celebró con un balonazo al cielo. Una descarga de alivio en un futbolista en el que resulta difícil de distinguir la falta de expresividad y la desgana.
El Borussia es un regalo para la vista, con su fútbol achampanado, adornado por jóvenes con pretensiones, con un técnico analítico y atrevido y con Aubameyang, un jugador que rompe la velocidad del sonido. Pero carece de marcha atrás. En su obsesión por seguir las instrucciones de elaborar siempre y en cualquier zona arriesga en exceso y retrocede mal. Un fútbol comercial pero vulnerable. Dejó mucho terreno a sus espaldas en cada pérdida y lo pagó ante un Madrid que se alimenta de eso y que completó media hora inicial excelente.
El tanto desinfló el entusiasmo del Madrid, al que sostenía la seguridad de Casemiro y la agitación de Lucas Vázquez, y sacó al Borussia de su laberinto. Pulisic y Schürrle exigieron mucho a Keylor Navas y el equipo de Tuchel invadió el campo del Madrid, con Dembelé como mediapunta. Ahí pareció menos inabordable que en la banda derecha, donde le colocaron en la ida, aunque en la primera jugada del segundo tiempo rozó el empate en una acometida por el centro.
A partir de ahí volvió el Borussia del Iduna Park, cercando al Madrid cerca de su área, anestesiándole con el toque y desatendiendo la retaguardia. Un cabezazo de Benzema pareció condenarle. Pero los de Tuchel tienen la genética inquebrantable de los alemanes. Aubameyang, indefendible en carrera, recortó distancias y con el diabólico Emre Mor y Reus el Madrid se vio rodeado y apurado, abandonado por Cristiano y Benzema sin balón, aunque con respuesta arriba. Weidenfeller y Reus, sobre la línea, salvaron goles cantados del portugués y del francés, Marcelo falló con la puntilla y el palo le negó el tanto a Cristiano en un partido deliciosamente loco. Le pitaron al portugués una tentativa de ruleta y respondió con un reproche. Sucesos así sólo se explican en el Bernabéu, donde el reconocimiento está a precio de oro, donde siempre hay empate entre la excelencia y la exigencia. Y en la franja que glorifica a Ramos empató Reus. Repasando los bombos, el gol pareció indoloro.