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CAFÉ, COPA Y FÚTBOL | DANI ROVIRA

“Iniesta pidió hacerse una foto conmigo y me quedé perplejo”

Reclama el derecho a atreverse con todo, desde hacer un drama en el cine a presentar los Goya. Le incordia la fama y es feliz improvisando.

“Iniesta pidió hacerse una foto conmigo y me quedé perplejo”
Pepe Andrés / Diario AS

Estrena la peli 'Cien metros' sobre un enfermo de esclerosis que afronta un Ironman. ¿Es un drama, una comedia, una película de autoayuda?

Es un canto a la vida, una historia de superación. Tiene partes de comedia, de drama épico. Una película necesaria para aquellos que sufren una enfermedad, y en definitiva para todos, porque nos resitúa y nos da la escala de valores de lo que es importante.

¿Qué ha aprendido de su personaje real, Ramón Arroyo?

He aprendido que nadie tiene derecho a decirte que no puedes. Es una lección de vida. La mente es tan poderosa que es capaz de afrontar retos inmensos. Pero además Ramón me ha enseñado a llevar las cosas con sentido del humor; en su caso es una especie de balsa de salvamento. Le pasa como a mí, solo que yo lo he convertido en una profesión y él en una manera de vivir. En esta película he tenido tal conexión con la enfermedad y la historia que he llegado a sentir miedo. Viví cosas difíciles de explicar.

Se habrá sentido cómodo rodando escenas de Ironman teniendo en cuenta que usted estudió para profesor de educación física.

Soy licenciado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte que es como se le llama ahora. Pero además siempre he hecho deporte y todo ese tipo de escenas las hago bien. Pero me interesa sobre todo la manera de afrontar el deporte de la gente con minusvalías. Desde pequeño pensé que si alguna vez me quedara impedido sería paralímpico. Tengo fascinación por esa gente que dice puedo donde todos le dicen que no. Hice la Titan Desert, seis días en bici por arena en el Sahara, y había un chaval, Dani Nafría, al que le faltaba una pierna, llevaba una prótesis y subía dunas de trescientos metros empujando la bici. Eso es muy grande.

¿Le gusta el fútbol? Tengo entendido que fue portero.

De pequeño era muy malo y siempre me ponían de portero. Y a fuerza acabé siendo bueno sobre todo en el fútbol sala. Llegamos a ganar la liga del instituto siendo yo portero. Siempre me han gustado los porteros porque entiendo que es el puesto más desfavorecido.

Tiene usted un perro al que ha llamado Buyo. ¿Por el portero del Real Madrid?

Efectivamente. Fui muy fan de Buyo y luego lo fui de Casillas. Buyo es de mi época adolescente cuando en España había una serie de porteros distintos como Ablanedo, Buyo o Agustín. Eran gente distinta, con personalidad, incluso para la estética. De pronto aparecían con pantalón largo, con gorra, salían del área. Era un punto discordante. Y Buyo me encantaba a pesar de sus pifias. Me gustaba también Higuita o Jorge Campos, el portero mexicano goleador. O Preud'homme, que con Bélgica hizo de las mejores paradas de la historia. Me gusta mucho esa figura que cierra el equipo.

¿Cree que Keylor Navas está a la altura de ese panteón de porteros ilustres que ha tenido el Real Madrid?

No lo sé. Desde que Iker se fue no le sigo. Para mí Iker ha sido un antes y un después en la historia del Real Madrid. Como portero, como deportista y como baluarte, por ser un tío que defiende los colores de un equipo tan grande.

Esa gran admiración por Casillas, ¿se convierte en tirria hacia Mourinho?

Me gustaría conocerle a nivel personal para saber qué porcentaje es él y qué porcentaje es el personaje. Supongo que ese punto de provocación le habrá hecho ganar estratégicamente muchas batallas con el equipo contrario, la prensa o sus propios jugadores. Tiene muy poco que ver con mi manera de ser y mi manera de entender la vida. La suya es una naturaleza provocadora.

¿Ha hecho algún monólogo sobre fútbol?

No recuerdo, habré hecho algún comentario suelto, un chistecillo de Iniesta o Messi. Conocí a Iniesta en una campaña publicitaria y es súper majete. Incluso nos mandó un mensaje a Clara Lago y a mí cuando vio la película de 'Ocho apellidos vascos' diciendo que le había gustado.

¿Le pareció muy tímido?

No es Reina. Es una persona tímida, muy prudente. Me acuerdo que terminamos de rodar el anuncio y cuando fuimos a cambiarnos al camerino fue él quien le dijo a su agente: "¿Me haces una foto con Dani?". Me quedé perplejo. En el fútbol hay tanto de todo que te choca encontrar a un genio, una estrella mundial y que de repente sea alguien absolutamente normal. Tiene un peinado normal, no tiene tatuajes, ni pendientes, es una persona educada, callada, prudente. Todo ello me parece un valor añadido.

¿De qué otro jugador ha sido admirador?

Del que más de Fernando Hierro. Además de que era malagueño como yo, para mí fue el mejor central que jugó en Europa. Y eso que Fernando era un jugador de corte ofensivo y sin embargo no sé quién fue, si el propio Del Bosque, el que le hizo jugar más retrasado en el centro de la defensa. Y allí dio sus mejores prestaciones. Me gustan los jugadores que son señores y tienen autoridad en el campo y eso cada vez se ve menos. Me gustaba también Puyol. Tengo grabada su imagen de cuando Piqué cogió un mechero caído con ánimo de protestar y Puyol se lo quitó de las manos, lo tiró y le instó a que volviera a jugar y se dejase de rollos. Eso es ser un señor. Gente que se dedica a jugar al fútbol y no entran en historias.

Además del Málaga, ¿de algún otro equipo?

De crío fui del Madrid. Luego con el tiempo y el teatro se me ha quitado la parte pasional del fútbol. Soy fan de la gente que hace las cosas bonitas. Messi me parece de dibujos animados. Me gusta que gane el Barça cuando lo hace bien, el Madrid o el Atleti. En el fútbol soy un poco abuela, no le hagas elegir a un nieto. Yo a cada equipo le doy su cosa buena.

¿Qué tal convive con la fama?

Es algo que me costó mucho asimilar. Nunca creo que la mirada de los otros hacia mí sea la misma que la mía hacia la gente que admiro. La propia negación a mí mismo como famoso es lo que más me ha costado superar.

¿Cómo reaccionaba?

Con pudor, me resultaba violento. Me sentía como una especie de lince ibérico al que todo el mundo quería cazar. Como que la gente quería conseguir la instantánea del Yeti. Yo he llegado a tener paparazzi en la puerta de mi casa. De pronto te ves en la portada de una revista en bañador y dices ¿pero esto qué es? Y entonces te das cuenta de que estás dentro de una rueda con la que no contabas. Luego al final lo aceptas y yo hago como hacía Bruce Lee cuando le atacaban.

¿Qué hacía?

Pues aprovechar el ataque del contrario, su impulso y su fuerza para responder. Hago igual. Aprovecho la fuerza de la fama para hacer cosas productivas. Estamos en proceso de crear una fundación y en esta última película hemos rodado en el Instituto Guttmann de Barcelona para lesionados medulares o con daños cerebrales. Allí me acercaba a pacientes y me daba cuenta de la alegría que podía provocar mi mera presencia. Si un chaval que está en una cama, de pronto se ríe y se puede hacer una foto con alguien a quien ha visto en el cine, eso es lo más grande que hay. Y para eso sí que sirve la fama. Se trata de darle la vuelta al asunto, porque si no te aseguro que te amargas, y no sales de tu casa.

¿Dónde se siente más cómodo actuando?

Cuando improviso. No hay nada que provoque tanta adrenalina. Para improvisar tienes que tener muchas herramientas, la capacidad de crear historias, personajes, y me lo paso muy bien. Es hacer puenting sin saber lo que mide la cuerda.

Siendo un cómico, ¿en las entrevistas se ve obligado a parecer ingenioso?

No, ya lo están ustedes viendo. Nunca me siento con presión, siempre y cuando me muestre como soy. Me dedico a hacer comedia y la parte mía más loca y divertida es la que se sube al escenario. En el día a día soy una persona muy normal, muy discreta, que tengo mis picos como todo el mundo.

¿Dar el salto de la comedia al drama es muy arriesgado?

Me atrevo con todo. Se vive una vez. La vida me ha dado la oportunidad de dedicarme ahora al cine y no lo voy a desaprovechar. Y si me dan la oportunidad de hacer un musical, siendo consciente de mis limitaciones, diré que sí. ¿Qué es lo peor que puede pasar? ¿Que salga mal? No te van a matar en la puerta del cine, digo yo. Me atrevo. No sé a qué nivel llegaré pero tengo derecho a experimentar.

¿Le pueden acusar de advenedizo por no haber estudiado arte dramático?

Se lo tendrían que decir a muchos. Y algunos son pesos pesados. Respeto todas las opiniones, pero luego lo importante son los resultados. Además me he ido formando de muchas otras maneras: miles de kilómetros de carreteras, muchas horas encima de los escenarios, contando cuentos, haciendo teatro de improvisación, haciendo monólogos, peleándote en bares de pueblos y, quieras que no, un poco de escuela haces. De cara a la industria no me ha llegado sensación de intrusismo. El Goya te lo dan tus compañeros. Ahora tengo que seguir ganándome el beneplácito de la industria.

Tras el éxito, ¿le resulta más fácil volver a los monólogos?

No, ahora es más difícil, porque antes podía tocar todos los palos y hablar de todo el mundo; ahora tienes que tener más cuidado pues todo lo que dices tiene el doble o el triple de resonancia mediática. Eso que sueñan los cómicos, al principio, de que todo el mundo les oiga, cuando se cumple se vuelve un problema. Si hago un chiste de Esperanza Aguirre de inmediato me contesta por twitter. Digas lo que digas, hagas lo que hagas, siempre hay una parte que se va a quejar.

¿Volverá a presentar los Goya?

Hay papeletas. Lo pasé muy bien los dos primeros años. La gente del medio y de la industria estaba conforme y si puedo poner mi granito de arena, yo encantado.

¿Convive ya con cierta armonía con las redes sociales?

Uno va aprendiendo. Las redes son muy nuevas y nos estamos ajustando mutuamente. Me parece útil y divertido e intento evitar las cosas nocivas que tienen. Aprendí una lección: cuando el volcán está en erupción no te asomes.