Sólo un mes después de su gran crisis, el Villarreal camina firme y sonriente. Cuarto en Liga, invicto y seguro en Europa. Sólo arrastraba los problemas de las lesiones. Y ya ni eso. Bakambu, caído en un partido de pretemporada ante la Real, no había llegado a debutar y hoy tiene la oportunidad de subirse al Submarino(sigue el partido en directo con AS.com). Únicamente Soldado queda en la enfermería hasta el próximo año.
Con este panorama, a Escribá le da para revolucionar de nuevo su once en busca de descanso y de picar a muchos titulares que, por circunstancias, ahora son suplentes. El técnico cambiará en Rumanía a ocho o nueve jugadores. Y si no convence definitivamente a alguno más, como a Bruno o a Pato, es porque en nada hay un parón que permitirá cargar las pilas. Ganar en Bucarest permitiría encarrilar el pase y centrar todos los esfuerzos en LaLiga. Merece la pena arriesgar un poco.
El rival, líder en su liga, está rabioso. Viene de perder en la primera jornada ante el Osmanlispor y, tras caminar muchas temporadas con la vitola de campeón de Europa (1986), no le va eso de ser el 57º en el ránking UEFA. Quiere dejar huella. Su gran baza, más allá de los internacionales que siempre le dan lustre, es su entrenador. Con él ganó sus dos últimas ligas. Se fue agotado en 2014, pero su paso por el Al-Hilal de Arabia Saudí (le criticaron desde el primer día por tener una mujer modelo “¡con tatuajes!”) y el Litex búlgaro fue tan triste que se animó a volver. Tiene un dilema: once de gala o rotaciones. El sábado se la juega ante el segundo.