366 HISTORIAS DEL FÚTBOL MUNDIAL | 9 DE JUNIO
Fernández lesiona de gravedad a Amancio (1974)
Por aquellos años el Granada era el terror. Sobre todo en su estadio de Los Cármenes. Candi, que había sido portero del equipo, era el presidente. Fichó a Aguirre Suárez (véase el día 23 de octubre), un tremendo central argentino al que habían suspendido de por vida en su país por patearle la cara en el suelo a Combin, en un partido de la Intercontinental jugado entre su equipo, el Estudiantes, y el Milán. A su lado, como medio defensivo, colocó al paraguayo Fernández, que había pasado fugazmente por el Barça, donde se espantaron de su brutalidad. A su alrededor se asilvestraron algunos jugadores españoles. El ambiente allí era terrible. Algunos delanteros visitantes trataban de confraternizar antes del partido, saludando cordialmente a los dos terribles, pero estos contestaban invariablemente señalando la línea divisoria de los campos: «Está bien. Pero recordá que de ahí para allá comen tus hijos, pero de ahí para acá comen los míos». El que pasaba la raya sabía a lo que se exponía.
Amancio llevaba dos temporadas sin ir por Granada. Había tenido un rifirrafe con Fernández en el Bernabéu (le dejó un planchazo en represalia por una entrada anterior y Fernández se retiró lesionado) y este se la tenía jurada. Pero el Madrid había hecho un mal año en la liga, se estaba jugando la Copa y había que echar el resto. Y Amancio fue. Y en el minuto 16 atravesó la línea prohibida con el balón controlado, colándose rápidamente hacia el campo contrario. Fernández le salió al encuentro, de frente, levantó la pierna y descargó los tacos con toda su fuerza brutal sobre el muslo derecho del atacante, mientras dejaba pasar mansamente el balón, que rodaba por el suelo. Amancio cayó hecho un grito y su muslo se hinchó inmediatamente. Tenía partido en dos el cuádriceps, el músculo más fuerte del cuerpo. Al día siguiente circularon las imágenes por televisión y crearon escándalo nacional.
Amancio no se recató en sus declaraciones. «Gente como Fernández no debería entrar en el fútbol español. Yo quizá no vuelva a jugar, pero ya tengo treinta y cuatro años, pero, ¿y si le hace algo así a uno de los chicos que empiezan?» En Granada se esforzaban en defender a Fernández, pero la indignación fue tal que prendió hasta en Barcelona, donde el árbitro, el catalán Oliva, tuvo que defenderse porque ni siquiera había mostrado la tarjeta blanca. (Entonces se utilizaba de ese color en España, en vez de la amarilla, por una mala decisión tomada tras ver en blanco y negro los primeros partidos televisados en que se sacó). A Fernández le cayeron quince partidos de suspensión, lo que en parte calmó algo la alarma social. Amancio fue operado y aún pudo jugar, pese a todo, dos temporadas más. Para el Granada fue el fin de una inexplicable tolerancia de que habían gozado por parte de los árbitros y un desprestigio enorme. Jugadores de uno y otro lado fueron contando por aquí y por allá lo que ocurría en Los Cármenes, hasta qué punto utilizaban allí la violencia y la intimidación. Poco a poco, el Granada fue perdiendo plano en el fútbol nacional y hace ya muchos años que naufraga en las categorías bajas.
El sacrificio de Amancio mereció la pena. El Madrid alcanzó la final de Copa, que ganaría, en el Manzanares, por 4-0, ante el Barcelona. Por supuesto, Amancio no pudo jugarla. Pero el Madrid se sintió desagraviado del 0-5 que había encajado esa misma temporada en el Bernabéu por parte del Barça. No fueron cinco, solo cuatro, pero era una final. Y Zoco, que no había jugado desde el día del 0-5, entró en el equipo los minutos finales para, como capitán, recoger la copa. Aquella fue su última foto como futbolista.