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REAL MADRID - WOLFSBURGO

Santillana: “Un Real Madrid al 100% remonta a cualquiera”

Fue protagonista en casi todas las remontadas del Madrid en los años 70 y 80. Santillana rememora para AS cuál fue la clave de aquel grupo: “Presionábamos, metíamos la pierna...”.
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Santillana.
Santillana.
JUAN PAZOS

Usted fue muchas veces el héroe del Madrid en las grandes gestas europeas. ¿Huele a remontada?

—Yo creo que pinta bien. Confío mucho en el Madrid. Es mejor equipo que el Wolfsburgo a pesar de que tuvieran un mal día en la ida. Si el Madrid está al 100% le remonta a cualquiera. Eso seguro.

—Pero no debe ser tan fácil cuando la última remontada fue hace 14 años.

—Pues es extraño, porque nuestro equipo hace muchos goles y crea muchas ocasiones en el Bernabéu. Siempre. Así que habrá que tener tranquilidad. De todas formas, se habla mucho de las remontadas, del espíritu, pero también hace falta juego…

—¿Había más juego que espíritu de remontada en su época o viceversa?

—Para remontar en el Bernabéu hay que tener un buen equipo para jugar en casa y nosotros lo teníamos...

—¿A qué se refiere?

—A nosotros había veces que fuera nos daban unas palizas terribles. Ahora, con perspectiva, pienso que teníamos jugadores de mucha calidad pero muy poca velocidad arriba. Así que fuera nos costaba porque no podíamos salir a la contra cuando nos apretaban. Sin embargo, teníamos un equipazo para jugar en casa. Abríamos mucho las bandas y eso resultaba fundamental para estas gestas. Imagínese, Gordillo y Míchel pegados a la cal. Y dos grandes delanteros como Valdano y yo. Y gente como Butragueño o Martín Vázquez, que se iban en el uno contra uno…

—Había mimbres...

—A mí, por ejemplo, me parece fundamental el papel que puedan hacer Marcelo y Carvajal ante el Wolfsburgo. Son los que romperán las líneas desde atrás y crearán ventaja.

—¿Y la épica?

—Nosotros no teníamos a muchos de los mejores del mundo como tienen ahora, eso está claro. Pero desde la ducha, después de perder en el partido de ida, ya empezábamos a hablar entre nosotros. Gente como Camacho, Juanito, San José, Stielike o yo mismo. Era una motivación diaria hasta que llegaba la vuelta. Y salíamos a presionar mucho, jugábamos a no dejarles salir y al límite del reglamento, porque antes se permitía mucho más que ahora… En realidad decíamos: “¡Aquí estamos nosotros y os vamos a hacer sufrir hasta el final!”. Y teníamos a 120.000 personas enloquecidas en el estadio.

—¿90 minuti en el Bernabéu son molto longos?

—(Risas). Juanito dijo aquello en las semifinales de la UEFA de la 85-86. La del 3-1 y luego el 5-1 en la prórroga. Usted sabe que en San Siro antes había un pasillo enorme del campo a los vestuarios. Por lo menos 50 metros o más. Y para allá que íbamos los dos equipos. Y los italianos iban riéndose. Juanito, que tenía mucha casta y tenía el mismo cabreo que todos, se acercó y les dijo: “Espera, espera, que 90 minuti en el Bernabéu son molto longos”. Y lo dijo en un perfecto ‘spanish-italian...’. Yo no sé ni las veces que jugamos contra el Inter. Ya éramos casi amigos. Allí estaban el hermano de Baresi, Rummenigge, Altobelli, Bergomi... Unos jugadorazos.

—Un grande de Europa.

—Les teníamos comida la moral un poquito en los ochenta, sí… Como a otros. También hubo una gran remontada ante el Anderlecht, que Butragueño hizo un partido mágico. Fue un 3-0 en la ida y Butragueño y Valdano se hincharon a meter goles (tres y dos, respectivamente) en la vuelta. Y nos sobró tiempo. Mire, en ese partido no marqué, que ya es raro (risas).

—¿Cómo empezaron a forjar la leyenda de las remontadas?

—La primera fue ante el Derby County. En la 1975-76. Perdimos 4-1 allí y en el Bernabéu igualamos ese resultado, nos fuimos a la prórroga y marcamos otro.

—Usted estaba casi recién llegado al Madrid. ¿Cómo le cambió la vida aquel gol en la prórroga?

—Tendría 23 años o así. Llevaba como tres temporadas, pero gané mucha jerarquía en el vestuario. También había metido el tercero en aquel partido, una falta lateral por la derecha que sacó Netzer muy rápido. Y me tiré en plancha con todo para rematar de cabeza. Y el gol de la prórroga fue la leche. No hice un gol mejor en mi vida. En el fondo norte. Un pase de Del Bosque. La paré con el pecho, sin dejarla caer le hice un sombrero a un defensa y le pegué de volea con la izquierda. ¡No vea la que se montó! Para que luego digan que yo sólo los metía de cabeza (risas).

—¡Y se desató la euforia!

—Es el partido más electrizante que recuerdo. En aquella época Fraga había tenido un desencuentro con el Gobierno inglés por el tema de Gibraltar. Y el ambiente estaba al rojo vivo. Nos jugábamos mucho...

—¿Fue la vez que más se encendió el estadio?

—También en la eliminatoria ante el Borussia Moenchengladbach. Esos dos días fueron los que más pasión y entusiasmo vi en el Bernabéu. Sentí una gran comunión entre el equipo y los aficionados. Como se dice habitualmente, esos dos días se hizo afición. Mucha gente se hizo del Madrid, puede estar seguro.

—¿Cómo vivió aquel 4-0 al Moenchengladbach?

—Nos faltaba un gol y el partido estaba casi acabado. ¡Y marqué en el último minuto! Imagínese esas 120.000 personas chillando. Yo aún sigo pensando que aquel gol lo metió el público. Habíamos sacado de banda y el balón quedó muerto dentro del área entre el barullo de piernas. Y fui metiéndola poco a poco. No sé ni cómo. Yo había marcado ya antes el 3-0. Ese sí que fue bonito. De volea.

—¿Qué importancia tendrá mañana la actitud del público?

—Son los jugadores los que tienen que arrastrarlo. Si el equipo sale a por todo, si mete pierna y roba, como hacíamos nosotros, el público estará entregado. En mi época éramos todo españoles menos los dos extranjeros y sabíamos motivarnos, pero yo creo que ahora hay un Pepe y un Ramos que llevan mucho tiempo en el Madrid y que sabrán hacerlo...