366 HISTORIAS DEL FÚTBOL MUNDIAL | 16 DE MARZO
El Madrid «galáctico» viaja alegre y confiado (2004)
Casi puede decirse que nunca el Madrid había viajado tan seguro de ganar un partido. Estaba lanzado en la liga, lanzado en la Champions, iba a jugar la final de Copa, incrustada en medio del calendario principal por no ocupar fechas entre la liga y la Eurocopa, que serán necesarias para el descanso de los internacionales. El Madrid no suele prestar gran atención a la Copa, pero está dispuesto a ganar esta, porque aún le escuece lo de dos años antes, cuando la final del «Centenariazo». Y quiere ganarlo todo, habla del triplete, todo el mundo habla del triplete y casi nadie lo duda. Tiene a Zidane, a Ronaldo, a Figo, a Beckham, a Roberto Carlos, a un Raúl espléndido, a un Casillas que lo para todo. Es el Madrid «galáctico» en su plenitud. Se va a jugar el miércoles 17, en Montjuïc. El Zaragoza está allí desde el domingo, concentrado, estudiando, entrenándose, manejando todas las posibles variantes del partido. El Madrid viaja la víspera, despreocupado. Llega muy avanzada la tarde, feliz y confiado. Demasiado feliz y confiado. Algunas voces advierten: así no se encara una final. Tampoco se entiende bien que en una final se prescinda de Casillas para darle a César la satisfacción de jugar, «porque es el portero de la Copa». Otros suplentes han jugado en la Copa y no están este día. Tampoco va a estar Ronaldo, con molestias. Ya es dar dos ventajas.
Porque resulta que el Zaragoza es un equipo que lleva la Copa en sus genes. Nunca ha ganado una liga, pero en la Copa es otra cosa. Es su competición favorita, la que moviliza a la ciudad cada año. Y tiene arriba a un tal Villa, un asturianín que pinta fenómeno. Y a Milito, Sávio y Dani, los tres despreciados por el Madrid, y con ánimo de revancha. Y a Movilla, un medio todoterreno, atlético de alma, que contra el Madrid siempre es una furia. Con todo, el Madrid se adelanta en un precioso tiro libre de Beckham (24’). El Zaragoza reacciona y llega al descanso delante, con goles de Dani (30’) y Villa (45’, de penalti). Pero a la vuelta del descanso (48’) Roberto Carlos marca, con un formidable tiro libre desde 32 metros. En el 67’, el árbitro, Carmona Méndez, expulsa a Cani, por doble amarilla. El Madrid juega contra diez, pero aun así no marca más goles y llega la prórroga. Y a los cinco minutos, Guti es expulsado por una niñería de las suyas. El Madrid ya no tiene ventaja de número. Y en el 112’, un zambombazo de Galletti desde lejos bate a un César que no tuvo su mejor noche. Es el tres a dos. El Madrid ya no tiene fuerza ni fe para remontar eso. Cuando se da cuenta, ha perdido. Y a esa derrota seguirán otras.
Porque la siguiente eliminatoria de Champions es contra el Mónaco, en cuyas filas está un viejo querido jugador de la casa, Morientes. El partido del Bernabéu estaba 4-1 cuando Morientes marcó el 4-2 y el público le ovacionó, tan seguro estaba. Y, sin embargo, ese gol le iba a costar al Madrid la eliminación, porque a la vuelta, en Mónaco, perdió 3-1. También marcó Morientes. También se escapaba la Champions. Quedaba la liga. Pero, al final de la misma, el Madrid encadena una racha increíble de cinco derrotas consecutivas, sin precedentes en la historia, y pierde el título. El gran proyecto «galáctico» queda en una temporada en blanco. El Madrid había aprendido a perder en esa final, a la que se presentó tan confiado. Fue el fracaso de Queiroz, que no supo reponer moralmente al equipo, y el fin de un modelo. La temporada siguiente la iniciaría Camacho, que se rindió pronto, y empezó un carrusel de entrenadores que acabó con la salida del propio presidente, Florentino Pérez.