366 Historias del fútbol mundial | 23 de febrero
La tribu se siente agredida en el Schlessin de Lieja (1969)
Eran años oscuros para la selección. Después de ganar la Eurocopa de 1964 estuvimos flojos en el Mundial de 1966, y de camino de la Eurocopa de 1968 (cuya fase final se jugó en Italia) nos apartó Inglaterra, y ahora estábamos en el empeño de clasificarnos para el Mundial de México, en 1970. No había malos jugadores, pero no se contaba con un buen seleccionador. Balmanya había dejado el cargo tras la caída ante Inglaterra en el camino hacia la Eurocopa anterior, y a alguien se le ocurrió la poco esclarecida idea de colocar como seleccionador al doctor Toba, uno de los peores que hemos tenido. Gallego de origen, era casi desconocido en España. Había tenido una corta carrera aquí y después algunos éxitos en la selección de Costa Rica, eso era todo.
Empezó bien, con un 1-3 en un amistoso celebrado en Francia, basado en el contraataque. Al gran público no le gustaba su juego, porque lo veía defensivo y traicionero, y se discutía la elección de jugadores más incluso de lo habitual. Para la fase de clasificación del Mundial de México nos tocó un grupo con Bélgica, Yugoslavia y Finlandia, del que había que salir campeón para clasificarse. Empezamos con un empate a cero en Belgrado. Seguimos con un empate a uno ante Bélgica, en un Bernabéu desangelado y aburrido, con 11.000 espectadores. Es un encuentro bronco, en el que los belgas sufren la expulsión de Hanon, que les deja «sangre en el ojo». El tercer partido hay que jugarlo en el estadio Schlessin de Lieja, y, echando cuentas, España comprueba con horror que si pierde ese partido estará eliminada, justo a la mitad de la fase de grupo, con tres partidos aún por jugar.
La prensa belga agita, el ambiente es malo, se acusa a España de dureza en el partido de ida, se cargan las tintas con la dictadura franquista y sale a relucir la leyenda negra. La afición española está de mal humor, y más al ver que la alineación que sale es una vez más muy defensiva, sin extremos: Iribar; Martín II, Gallego, Zoco, Eladio; Claramunt, Glaría, Velázquez, Grosso; Amancio y Vavá. (Luego, con el partido en marcha, entrarían Torres por Martín II y Asensi por Claramunt.) El partido es duro, todos pegan, pero quizá Eladio pega más que otros. Bélgica tiene un equipo que mezcla un ala izquierda exquisita (Van Himst y Puis) con verdaderos maleantes desde la línea media para atrás. Y un buen delantero centro, Devrindt, que marca en el minuto 33. En el descanso nos sentimos fuera del Mundial. La dureza arrecia en la segunda mitad y el danés Sörensen expulsa a Eladio, que se resiste a marcharse. La policía le sacude, y también a Zoco y a algunos más que se acercan a defenderle. España, ante el televisor, se siente irritada y humillada. El partido sigue, con otro gol de Devrindt y uno posterior de Asensi, que ya no sirve para nada. En el túnel hay gestos desafiantes entre los jugadores de uno y otro lado y la policía nos pega más, nos pega hasta cebarse. Volvemos fracasados, humillados, apaleados y sin Mundial. Queda toda una vuelta del grupo y estamos fuera, sin siquiera haber jugado ni en casa ni fuera con Finlandia, la cenicienta del grupo, que se supone garantizaría dos victorias. Claro que el día que les visitemos será aún peor, pero esa será otra historia.