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BARCELONA - ESPANYOL

Soldevilla: “Para motivarme ante el Barcelona iba a las peñas”

Su firmeza como central marcó época en los primeros derbis del siglo. Igual que sus piques con Ronaldinho y Luis Enrique. Soldevilla marca el camino al Espanyol.

Soldevilla.
Fernando Zueras

¿Qué opina de lo ocurrido en el derbi del sábado?

—El Espanyol jugó como se debe jugar un derbi. Ir al límite del reglamento no quiere decir ser demasiado agresivo. Hay cuatro árbitros que están para aplicar el reglamento. Me sentí orgulloso del equipo por su entrega, actitud y su capacidad para conectar con el público.

—Usted vivía los derbis como pocos. ¿Cómo los recuerda?

—Eran muy especiales. Intentaba vivirlos durante la semana con los aficionados, para que me inculcaran esa pasión que ellos sienten como nadie. Quedaba con mis amigos pericos e iba también a peñas. Ellos me transmitían esa motivación.

—El Camp Nou le atosigaba cuando pisaba el césped…

—Aún recuerdo el derbi de la 2004-05, con Lotina de entrenador. Empatamos 0-0 y nos valió para meternos en Europa. Fue uno de los derbis más vibrantes que jugué. Los aficionados del Barcelona me dijeron de todo y sacaron pancartas. Se acordaban de una entrada que le hice a Ronaldinho en la Copa Catalunya y que, desgraciadamente, lo lesionó dos o tres meses. Yo fui al límite, viviendo el partido, y me recriminaron que no era un partido oficial. Me disculpé con Ronaldinho, pero era un derbi y eso a mi me transformaba.

—¿Fue su mayor enfrentamiento con un jugador culé?

—Con Luis Enrique también tenía piques. Nos encontrábamos en el campo porque los dos teníamos un carácter muy fuerte. Luis Enrique siempre jugaba al 120 por ciento y a mí me encantaba eso de él, al margen de su calidad.

—¿Cree que los derbis han cambiado por la distancia que hay entre ambos clubes?

—Fíjese que yo jugué un derbi en el que teníamos la posibilidad de, si ganábamos, meter al Barcelona en descenso. Ahora eso es casi imposible.

—A usted le tocó nadar a contracorriente a partir de 2003. ¿Cómo llega un futbolista a perderse en otros caminos ajenos al deporte?

—El cambio en mi vida fue drástico. En cinco meses pasé de jugar en campos de tierra a Primera, con todo lo que eso conlleva. Cuando todo acontece a tanta velocidad, la persona se puede ver sobrepasada y toma malas decisiones. Pero ahora estas cosas pasan menos. Todo lo que viví me valió para darle importancia a la salud.

—Después de irse del Espanyol, usted ha jugador en ligas exóticas. ¿Qué es lo más surrealista que vivió?

—Viví una experiencia realmente dura. Fui a jugar a Rusia y firmé dos años por el Ankar, que está cerca de los Urales. De hecho, me convertí en el primer español en la liga rusa. El segundo año íbamos a rescindir porque no contaban conmigo, pero creo que me comenzaron a presionar desde el entorno. Un día, al salir de una cena de equipo, cinco hombres me pegaron una paliza y acabé en el hospital. Casi no lo cuento. Un jugador del filial me llevó allí cuando me quedé inconsciente. Otro día, la Policía me detuvo porque no tenía el pasaporte encima. Lo pasé muy mal. Estaba solo. Fueron seis meses duros y por eso me fui.