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RIVER 0 - BARCELONA 3

Europa y Sudamérica: más que un océano de distancia

El Barça ganó con goles sudamericanos. Ahí está una de las claves de la disparidad: los cracks latinos se van apenas pueden.

CRACKS. Suárez y Messi, sudamericanos que explotaron en Europa.
KIMIMASA MAYAMAEFE

Hubo una luz de esperanza. Algunos minutos en los que River amenazó con romper las predicciones y desordenó con su intensa presión al Barcelona. Pero algo estaba claro: apenas marcaran los culés o se cansaran los argentinos, el asunto estaría finiquitado. Y así fue: ya dominaba el equipo de Luis Enrique cuando llegó el primero de Messi, y dio la sensación de que la hora que faltaba por jugar se disputaría porque no se podía hacer otra cosa.

Luego llegaron los dos goles de Suárez, las jugaditas de Neymar y Messi, el paseo de un equipo en un partido en el que quedó plasmada, una vez más, la inmensa superioridad del fútbol europeo sobre el muy venido a menos balompié latinoamericano. De las últimas diez finales, los clubes latinos han ganado sólo dos. Los graves problemas que acusa el deporte rey en América Latina son varios, pero quizás el que haya quedado mejor ilustrado sea la precoz migración de los talentos locales. Los tres goles de este Barcelona todopoderoso los firmaron Messi y Suárez, dos sudamericanos, a los que acompañan Neymar, Mascherano, Dani Alves y Claudio Bravo, sin contar a Adriano, que esperaba su oportunidad en el banquillo.

Es una pequeña tragedia la del fútbol latinoamericano: la Copa Libertadores se nutre de jugadores que, ya en el ocaso de sus carreras, regresan de dilatadas aventuras europeas para tentar una última chance en casa, donde llegan cansados y con aura de estrellas que vuelven para morir en paz. La fantasía nos lleva a los latinos a un lugar simpático: imaginamos una Libertadores con el Newell’s de un joven Messi, el Nacional de un Suárez prometedor o un River sostenido por el portentoso Mascherano.

Por supuesto que hay otras razones, entre las cuales la corrupción de gobiernos y federaciones sobresale (Las decenas de arrestos a funcionarios latinoamericanos, producto del FIFA Gate, hablan por sí solos). Países que tienen el fútbol base en el olvido, torneos locales tan poco atractivos que se juegan a estadio vacío o equipos que no pagan a sus plantillas. ¿Quién no querría irse apenas tuviera la oportunidad? ¿Alguien puede culpar a Messi de buscarse la vida donde sí le quisieron, donde le pudieron pagar el tratamiento y le garantizaron futuro? Por supuesto que no, la culpa se la reparten la FIFA y sus por mucho tiempo laxas reglas de transferencias de juveniles; las federaciones y los clubes.

Lo cierto es que la distancia entre Sudamérica y Europa parece ser mayor que la inmensidad del Océano Atlántico, y parece también ir creciendo con los años. La final del mundialito es cada vez más un compromiso con la televisión y los japoneses que un partido atractivo: es como ver un equipo de primera división enfrentarse a uno de segunda. “Final del mundo” suena demasiado pretencioso para encuentros tan disparejos. Pero es así. El 3-0 del Barça es, en realidad, la goleada estrepitosa de Europa sobre América.