COPA LIBERTADORES | LA FINAL
La obsesión de América
La Copa Libertadores, que empieza a definirse esta madrugada, ocupa un lugar privilegiado en la afición latinoamericana.
Chivas vs Tigres en vivo online: Jornada 10, Liga MX
Le dicen la Champions de América, pero hay unas cuantas diferencias. Aquí los equipos tienen que jugar a 3 mil metros de altura, a cuarenta grados o con cincuenta mil argentinos gritando sin parar a algunos metros de distancia. En América hay que hacer viajes muy largos, jugar en la costa del Pacífico y en la del Atlántico en el lapso de una semana. También, tristemente, hay que prever que algunos delincuentes puedan ensuciar el fútbol con pólvora o gas pimienta; o, peor aún, que algún dirigente los justifique.
Es la Copa Libertadores, con los ingredientes picantes que puede tener la comida de los países sudamericanos, con el smog asfixiante de las grandes metrópolis latinas que han crecido en desorden, con ese aroma a revancha que 32 equipos de lugares tan distintos de un mismo continente olfatean como perros hambrientos. La Libertadores está solo por debajo de las eliminatorias del Mundial. La Copa América, con el glamour que puede tener gracias a los Messi o los Neymar o los Alexis, no ocupa un lugar de privilegio en el corazón de la afición latina.
Ese lugar está reservado para la Libertadores. Muchos ultras de los equipos americanos corean “la Copa Libertadores es mi obsesión”, ya sea en los partidos de torneos locales o en el máximo campeonato continental. Muy pocos equipos tienen el privilegio de levantarla, y, como no podía ser de otra manera, la mayoría de los títulos se los han repartido Argentina y Brasil. Tienen 40 entre los dos, 23 para argentinos y 17 para brasileños. Lejos, detrás, aparece Uruguay con ocho, Paraguay con tres, Colombia con dos, Chile y Ecuador con una. México y Perú tienen dos subcampeonatos, mientras que Bolivia y Venezuela no han llegado nunca a una final.
México, desde 1997, es un invitado que no se siente demasiado querido por la Conmebol. Generalmente, argumentan los mexicanos, los árbitros no escatiman tarjetas con ellos, las programaciones de los partidos no son adecuadas. Todo sumado a los largos viajes que tienen que realizar los planteles para aterrizar en el sur del continente americano. Sin embargo, se las han arreglado para incomodar, para llegar a dos finales, pero nunca para ganar. Esta es su oportunidad, después de 18 años de ser parte de la Libertadores.
Un año antes, en 1996, River ganaba su última copa. De la mano (o de los pies) de quien es hoy el entrenador del equipo millonario. Marcelo Gallardo, fino número diez, preciso, elegante, es hoy un técnico ordenado y sobrio. Igual que su River.
Unos llegan a la cita con 18 años de frustraciones; los otros han esperado 19. Casi dos décadas de derrotas, de mitos mal curados (como diría Sabina) que –sólo para un equipo- llegarán a su final. Tantos ingredientes hacen que estas dos finales sean absolutamente imperdibles. México y Argentina. Tigres y River. Una obsesión: la Copa Libertadores.