No sólo Casillas se juega el futuro: el Real Madrid también
Ancelotti confía en Iker Casillas aunque su puesto está igualmente en duda. La Juventus es un rival simbólico para los blancos: víctima en la Séptima y verdugo de la galaxia.
El partido de mañana contra la Juventus tiene algo de último tango. No sólo está en juego la final de Berlín, examen definitivo para adjudicar el trono europeo y mundial que Real Madrid y Barcelona (Cristiano y Messi) se disputan desde hace años. También está en cuestión el futuro de Casillas y Ancelotti, la validez del estilo amable que sucedió a los tiempos del cólera. Ni siquiera la Décima ha sido suficiente para aplacar a los nostálgicos del napalm al amanecer.
La semifinal está repleta de círculos que se abren y cierran. Contra la Juve, el Madrid entró en la edad contemporánea al ganar la Séptima en 1998, después de 32 años de sequía. La Juventus es, además, el enemigo natural del milanista Ancelotti. Y tampoco olvidemos que fue la Juve quien liquidó al Madrid galáctico en las semifinales de 2003. Buffon, que ya era el portero de aquel equipo, se convirtió en el sueño de Florentino Pérez para sustituir a Iker, entonces con 22 años y la renovación pendiente.
Añadan a Morata y completarán el último círculo, el más perverso. Un gol del canterano exiliado podría sentenciar al último símbolo de la cantera madridista, incluso propiciar una próxima temporada sin canteranos en el once, con Iker fuera y Carvajal eclipsado por Danilo (ya lo está).
Ruido. Pero no adelantemos acontecimientos. Primero habrá que confirmar oficialmente la titularidad de Casillas, lo más seguro a estas horas, a pesar de los pitos del Bernabéu y de la respuesta de Iker a los abucheos. Sería impropio de Ancelotti ceder al ruido después de haber defendido a su guardameta durante toda la temporada.
Entretanto, furiosos tuiteros próximos al club aseguran que en el staff se ha abierto el debate de la portería y que Keylor gana enteros según se acerca el partido. Quizá confundan sueños con realidad, despachos con vestuarios.
La verdad es que al mourinhismo crítico con Casillas se ha sumado una parte del madridismo sin adscripción política. Nos encontramos ante el fenómeno de la profecía autocumplida. Después de poner en duda a Casillas durante tres años y después de minar sistemáticamente su confianza, Casillas ya es lo que los críticos esperaban de él: un portero dudoso y sin confianza.
El de Iker no es el único caso que Ancelotti debe resolver. El agente de Bale ha denunciado que a su representando le pasan poco el balón. Los números se pueden discutir, incluso las intenciones, pero la inoportunidad es manifiesta. Casi tanto como la lesión de Kroos, que ayer sólo completó medio entrenamiento (Bale no salió del gimnasio). Por cierto, para complicar más los pronósticos, Benzema ya se ejercita con normalidad. En otro escenario, el francés relegaría a Chicharito, pero después de la última exhibición de coraje del mexicano (virtudes deportivas al margen), costaría entender su suplencia.
El siguiente volcán es el sistema. Ancelotti salió contra el Valencia con su dibujo más ofensivo (4-3-3) y perdió. El equipo acumuló ocasiones (y palos) pero no sujetó al rival en el mediocampo. La Juve acumulará hierro en la medular y contará con un centrocampista que vale por tres: Pogba. La tentación de morir (o vivir) con Ramos por delante de la defensa rondará la mente de Ancelotti, hombre cosmopolita, pero italiano de cuna.
Así transcurren las horas previas: espesas, tensas, casi dramáticas. Y con razón. Mañana es el futuro.