SAMPDORIA 0 - JUVENTUS 1
Un gol de Vidal da a la Juventus su cuarto Scudetto consecutivo
El conjunto turinés se ha proclamado campeón de la Serie A por 31ª vez en su historia. Le bastaba con un punto, pero se llevo la victoria gracias a un tanto del chileno.
Cuando el colegiado Valeri pitó el final el rugido de los 2.500 aficionados juventinos desplazados hasta Génova sonó con estruendo en el Luigi Ferraris. Nedved y Marotta, perfectamente trajeados, se abrazaban en la grada, como los jugadores en el centro del campo. La Juve, a la que sólo le hacía falta un punto, conquistó ayer su cuarto Scudetto consecutivo con un solitario gol de Vidal. Sólo queda pensar en el Madrid…
Allegri hizo rotaciones. Morata, Pirlo y Chielini no salieron de inicio, pero sí Tévez, con el que no entrenó en el once en la víspera. Puede que el Apache, el jugador más desequilibrante de la Juve actual, padezca el síndrome de Cristiano y Messi: no se quiere perder una, y más, si como es su caso, lucha por el pichichi (20 goles en la Serie A). La Sampdoria, que arrastraba la losa de cinco partidos seguidos sin ganar (seis con el de ayer) y que lucha por entrar en la Europa League, salió con mucha más agresividad que la Juve, que no tardó en nivelar la balanza en el juego por la calidad de sus jugadores. El gol de Vidal (que brilló sobre el resto durante el partido) llegó en el 31’, en una jugada de Lichtsteiner por la derecha. Llorente no llegó a rematar su centro por centímetros, pero sí el chileno, que cruzó de cabeza hasta la red. La jugada le costó la sustitución al lateral zurdo Mesbah. Mihajlovic, al que no le tiembla la mano para tomar decisiones, lo sustituyó por Regini en el 35’ sin cruzar palabra con él (ni le miró) cuando se dirigía al banquillo.
Llorente fue titular por segundo encuentro consecutivo. Esta vez no marcó (sí lo hizo ante la Fiorentina), pero el ex del Athletic significa una válvula de escape determinante para el juego de la Juve. No hay pelota, ya sea un misil o una que baje del cielo, que no sea capaz de controlar, guardar y repartir para dar continuidad al ataque. Su capacidad de pegarse con los centrales es admirable. Morata entró por Tévez en el 71’, con tiempo para poco más que para rodarse un poco de cara al partido ante el Madrid, para el que Allegri aún debe decidir cuál de las características de los dos delanteros españoles (juego aéreo y poderío para los balones largos o velocidad a la contra y desmarque) le viene mejor a su planteamiento. Cualquiera de los dos puede acompañar a Tévez, que ayer mostró que llega con sangre en el ojo con dos disparos desde la frontal (58’ y 67’) que no acabaron en gol de milagro.