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ESPANYOL

El derbi que no existió, salvo por las secuelas que puede acarrear

Si en lo deportivo Europa es una utopía para el Espanyol, más grave es la fractura social. El club se reunirá con Curva y Juvenil, y se expone a una dura sanción de Antiviolencia.

La pastilla central de la Curva quedó desocupada hasta bien entrada la segunda mitad del derbi.
CARLOS MIRA

Llegó sigiloso, sin el alboroto de antaño, y pasó casi inadvertido, como si no hubiera existido, igual que la vida y los ríos que dan al mar que diría el poeta Jorge Manrique. El Espanyol-Barcelona fue un derbi ‘fantasma’, apenas sin espíritu dentro y fuera del césped, al que se podría dar un carpetazo definitivo de no ser por las consecuencias que puede acarrear.

Poco se puede entretener el Espanyol en valorar el derbi desde el punto de vista deportivo, pues lo arrasó un Barcelona imponente en un primer tiempo en el que los pericos se dejaron tantas ilusiones como en aquella semifinal de Copa contra el Athletic: idéntica actitud e idéntico resultado, prácticamente derrota por incomparecencia, salvo el maquillaje baldío de la segunda parte. No se le puede reprochar al equipo que sufra terror psicológico en las grandes citas, pues dio talla gigante ante Valencia o Sevilla en el torneo copero, pero ciertamente sí ha fallado en los dos partidos más importantes de la temporada: uno, por cercanía de un título, el otro por sentimentalismo. Y por clasificación, ya que Europa pasa de ser un sueño a una utopía, al situarse a cinco puntos a falta de 15 en juego y, sobre todo, con un Athletic lanzado y ya cuatro por delante.

Pero las grandes secuelas que deja el derbi no son futbolísticas (al fin y al cabo, hasta en los planes del más optimista entra una probable derrota ante el Barça), sino sociales. Las protestas de la Juvenil en menor instancia, pero sobre todo de la Curva, han evidenciado una fractura social difícil de tratar. El club lo intentará, reuniéndose a partir de este lunes con esos agentes sociales a fin de acercar posturas. La afición se divide entre quienes apoyan al colectivo que se ubica en el Gol de Cornellà —que precisamente ni ocupó sus asientos ni animó hasta bien entrada la segunda mitad— y los que no comparten que su queja estuviera por encima de lo que supone alentar al equipo en un derbi. “Los hemos echado de menos”, llegó a admitir Sergio González.

Piden dimisiones. La Curva protestaba por la actuación de los Mossos d’Esquadra, a su juicio amparada por el Espanyol —aunque el club se desmarca y también considera desproporcionado el dispositivo policial—, al no permitirles entrar en el cuarto del estadio donde guardaban el tifo gigante preparado para el partido por el mero hecho de que se habían encontrado allí cinco cúteres. El grupo, en un comunicado, insiste en pedir la dimisión del coordinador de seguridad de Mossos, pero también la de Àlvar Mallafré, responsable de esta misma parcela en el Espanyol.

Las actuaciones deberán producirse a contrarreloj, pues el equipo vuelve a jugar en casa este domingo y deben evitarse escenas desagradables o actuaciones como las del curso pasado, igualmente tras el derbi y precisamente (como ahora) contra el Rayo, cuando los Mossos realizaron dentro del estadio registros indiscriminados.

También la Juvenil emitió un manifiesto, en su caso por sentirse “ninguneados” y “dejados de la mano de dios” por parte de la entidad, un extremo que la propia directiva asegura recibir con sorpresa. Este grupo está situado en la segunda grada del Gol de El Prat, en un córner.

El derbi supuso el detonante a guerras internas que aún pueden ir a más. La LFP trasladará este martes su informe a la comisión Antiviolencia, en el que puede incluir los cánticos que se profirieron (como el “Puta Barça”) y el lanzamiento al césped de un palo, que no era de aluminio como redactó Mateu Lahoz, sino de PVC. Este organismo puede actuar con dureza ejemplar contra el Espanyol. El jueves podría decidir ya o trasladarlo a la Federación, en el caso de que no se logre identificar a los autores de los hechos.