Real Madrid - Espanyol
Sosa, el ‘pirata’ que birló al Madrid la Copa del año 1940
“Mi mejor recuerdo como jugador fue aquella final de 1940 que le ganamos al Madrid. Marqué dos goles y es inolvidable”, comenta el canario de 97 años de edad.
El Espanyol le debe una de sus cuatro Copas a Gabriel Jorge Sosa (Tenerife, 1916), conocido como Pirata de la Manigua, apodo que compartía con su inseparable amigo Antonio Fàbregas. Sosa, de 97 años, vive en su localidad natal y es el internacional español más longevo que existe. Por ello, la Federación Española de Fútbol le concedió el Diploma de Honor con motivo del centenario del organismo, en 2009. “Mi mejor recuerdo como jugador fue aquella final de 1940 que le ganamos al Madrid. Marqué dos goles y es inolvidable”, comenta el canario. El Espanyol ganó 3-2 en Vallecas ante 20.000 espectadores el último día de junio, con dos tantos de este habilidoso y potente centrocampista.
Los cronistas de la época escribieron que “es la mejor final que recordamos en esta competición”. Y es que, cuando el Espanyol ya celebraba el título, Alday empató (2-2) a falta de 30 segundos para el final y forzó la prórroga. En ella, Sosa asistió a Mas para que le diera la victoria y su segundo título copero al Espanyol, ante un Madrid que lloraba la derrota en su ciudad, tras haber sido superior y haber llegado más entero físicamente a la prórroga.
Su vida. Sosa comenzó a jugar al fútbol en el Tenerife hasta que explotó la Guerra Civil. “Cuando empezó el conflicto, yo jugaba en mi ciudad, pero el último año de la guerra, en 1939, tuve que viajar a Madrid para luchar en la batalla de Aranjuez. No lo pude evitar, pero no me olvidé del fútbol y seguía jugando siempre que tenía una oportunidad”, recuerda a través de su hija, Mary Carmen.
“Luego, me fichó el Espanyol, donde viví mis mejores años. Me fue imposible marcharme y dejar a un lado ese sentimiento. Éramos una gran familia”. El Espanyol había pagado 5.000 pesetas por contratarlo (lo fichó el presidente, Patricio Caicedo, junto a Quique y Semán, otros dos jugadores canarios) y su presentación fue espectacular, acorde con un futbolista que después ofreció un gran rendimiento, al marcar 51 goles y ser durante muchos años (hasta la aparición de Rafa Marañón y Raúl Tamudo) uno de los máximos goleadores de la historia de la entidad perica.
Su carisma era tal que fue uno de los protagonistas de la colección de láminas y de cromos de la época llamada Vencedor. Sólo reunía a 18 jugadores de la Liga y él era el único del Espanyol. “Siempre hubo rumores de que podía abandonar el club, pero yo estaba muy cómodo”, aseguró. “Jugaba de interior o de mediocentro y tenía un gran disparo, por eso tuve tanta facilidad para marcar goles”, se definía.
En 1941, ante Portugal, Sosa debutó como internacional en el primer partido de España tras la Guerra Civil (2-2). Fue su única participación, pero que le ha valido para ser el abuelo de la Selección. El Espanyol le debe mucho a Sosa, quien no olvida que “Di Stéfano es el mejor jugador que he visto en un campo”. Aunque ya no ve fútbol, hoy su corazón estará con el Espanyol.