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Copa | Olímpic 0 - Real Madrid 0

El Olímpic de Xàtiva se fue de cena con sus 'trofeos de guerra'

Los guantes de Casillas fueron para el guardameta Francis. Las botas de Isco, para Jesús, también malagueño. Y después turné por los medios de comunicación.

Xàtiva
EN EL RESTAURANTE BETET. Varios futbolistas del Olímpic de Xàtiva celebraron el empate ante el Madrid con una cena entre amigos.
DAVID GONZALEZDIARIO AS

Xàtiva despertó ayer con la resaca más dulce. Su equipo, el Olímpic, había tuteado al todopoderoso Real Madrid. El equipo de Antonio Aparicio, además, logró su objetivo, que no era otro que llegar con opciones al partido de vuelta en el Santiago Bernabéu. Toda la ciudad sacaba ayer pecho por ello y muchos ya se preparan para el desembarco en la capital (miércoles, 18 de diciembre, 21.30 horas). Se agotaron los periódicos en los quioscos y en plazas y calles sólo se hablaba de la gesta de su equipo.

Tras el pitido final se desató la euforia. La noche se alargó lo justo y necesario en estos casos para los pupilos de Aparicio. Sobre el papel era un simple 0-0, nada más. Pero la realidad es otra. El Olímpic y Xàtiva entera saben que es una auténtica gesta. Se veía en las caras de público y jugadores. Entonces comenzó la fiesta. Lo primero fue conseguir los tesoros más valiosos de la noche. A la búsqueda de esa camiseta que guardarán para siempre. Todo valía. Los guantes de Casillas fueron para el guardameta Francis. Las botas de Isco, para Jesús, también malagueño. Y después turné por los medios de comunicación. “No sabía que había tantas radios que retransmitían los partidos”, comentaba Francis. Durante la semana no se habían visto desbordados, pero el sábado se rozó la locura en los pasillos de La Murta.

Luego llegó el momento de celebrarlo con familiares y amigos que esperaban en el ya archiconocido Racó de Betet, bar que se empieza a considerar talismán. En su televisión fue donde los jugadores se enteraron que les había tocado el Madrid en el sorteo y a su salón acudieron anoche para comentar las mejores jugadas. La de ayer no era una noche más. Ayer lucían sus bienes más preciados y sus sonrisas delataban ilusión y satisfacción por el deber cumplido. Mostraban sus trofeos de guerra. Bufandas al aire y a brindar. “Ahora toca rematarlo en Madrid. ¡Ay, como les demos un susto...!”, suspiraban.