Un milagro en cien partidos

Simeone cumple hoy cien partidos oficiales con el Atleti. Cien. No son tantos, ni siquiera un par de años de trabajo, pero le han bastado para dar la vuelta al Atlético como si fuera un calcetín y no un miembro del reparto de Alguien voló sobre el nido del cuco. Se ha visto terapia en ese vestuario (la mayoría del cual ya estaba antes) que Freud no creería. Más que a Simeone, toca felicitar al Atleti como si se hubiera casado con Charlize Theron.

Ampliar

Y así, Simeone mediante, los rojiblancos visitan al Espanyol a una velocidad de leyenda. Lo dicen los datos. Si logra esta noche su novena victoria seguida, firmará el mejor inicio liguero de la historia de la Liga, empatando al Madrid de la 68-69 y, quizás, al actual Barça, que puede alcanzar el mismo hito dos horas antes en Pamplona. Pase lo que pase, se hablará de este Atleti dentro de 40 años.

Volvamos al presente. El Espanyol empezó la Liga opositando a revelación pero tres derrotas seguidas han frenado la euforia. Fiel al clásico estilo Aguirre, cuando gana la posesión, pierde el partido. Su plan no cambiará hoy: paciencia, orden, pase vertical y rezar porque uno de sus tres o cuatro billetes de lotería tenga premio.

Dudas. El problema para el Vasco es que Sergio García, su principal generador eléctrico, es seria duda. Arrastra problemas musculares y, aunque entró en la lista contra pronóstico, no se garantiza su presencia. Si no juega, Thievy, modélico como revulsivo (tres goles) tendrá que asumir un papel principal. Le flanquearían dos exatléticos, Pizzi y Simao. Víctor Sánchez, que forma junto a Kiko Casilla los cimientos de este Espanyol, es baja por sanción.

En el Atleti, Miranda es baja y debutará Alderweireld. Poco a poco vamos descubriendo si el Cholo tiene fondo de armario, aunque los fijos lo ponen difícil: Villa, Gabi y Raúl García se han recuperado y jugarán, el navarro por un Arda que regresó tocado de Turquía. Pero el hombre del momento es Diego Costa. Mientras las dos grandes selecciones del planeta se pelean por él, el pichichi sólo tiene una camiseta: la rojiblanca. Qué lujo.