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Ha escrito el libro "Niños futbolistas"

Meneses: "En el fútbol se está llegando a extremos peligrosos"

Juan Pablo Meneses viajó dos años por Sudamérica y España hasta comprar un 'niño futbolista' por 200 euros. Y tras ser testigo esta oscura industria, escribió este libro...

Juan Pablo Meneses.

¿Cómo se le ocurrió el tema del libro?

Ya había hecho antes uno sobre la locura que tiene Argentina con la carne. Me compré una vaca cuando tenía una semana de vida y la seguí durante tres años hasta el día del asado. Y generó mucho revuelo. Es un tipo de periodismo al que yo llamo periodismo cash, porque se paga en efectivo al protagonista del libro. Después dije, ¿qué cosa enloquece a Latinoamérica y a buena parte del mundo? El fútbol. ¿Y cómo se puede explicar la locura del fútbol?

¿Cómo se explica?

Conociendo las cosas peores del fútbol, como las he conocido yo, nada me impide estar pegado al televisor el fin de semana viendo un partido. Esa es la locura del fútbol. Igualmente, ahora sigo siendo un gran carnívoro, pero un carnívoro más consciente.

¿Es un libro denuncia?

Me meto en el proyecto pensando que puede existir algo de esto, porque había escuchado historias. Pero no encontré gente más villana que en otros ámbitos. Incluso el villano más grande de este libro terminé siendo yo, que finalmente recorrí países preguntando a los padres de los chicos en cuánto me vendían a su hijo... Y siento que me amargo cuando no me lo quieren vender y también cuando un tipo me da una cifra por su hijo y pienso, ¿pero esto qué es? En verdad, estamos llegando a extremos peligrosos por la industrialización de la maquinaria del fútbol...

¿Ve un peligro claro?

Yo en Chile soy muy hincha, pero de la camiseta de mi equipo, el Universidad de Chile. Ahora me pasa que no puedo encariñarme con mi equipo porque no dura un suspiro, ni dos meses. Antes uno repetía los onces de memoria y ahora eso sería imposible.

¿Cómo aceptará el lector la historia que cuenta?

Este tema se debería tomar en consideración. Estamos hablando de un cierto tráfico de chicos, de una maquinaria.

¿Conoce a Gunter Wallraff, el alemán que se hizo pasar por turco para destapar el trato pésimo que se daba a los inmigrantes en su país?

Él se disfrazaba, se hacía pasar por alguien. Yo no, yo iba de cara, me reunía con los mánagers, con los padres, y les decía que estaba haciendo un libro y que también quería hacer un negocio, y quería que fuera rentable...

¿Qué le decían los mánagers?

"No te metas en eso... El fútbol no es tan buen negocio". Rápidamente empezaban a crear barreras porque se ve que ya son muchos. Otros, con los que tenía más confianza, me decían: "Si quieres ganar dinero tienes que ir por un chico un poco más grande, porque de 10 o 12 años las probabilidades de perder son muy altas".

Es como hacer una apuesta.

La industria ha cambiado. Cuando trajeron a Maradona en 1982 él ya había brillado con Argentinos Juniors, salido campeón con Boca y ganado el Mundial Sub-20. Era un jugador hecho y derecho aunque joven, pero suponía una novedad traer un jugador así. Entonces, los representantes grandes vieron el negocio y lo acapararon, y se fueron buscando nuevos terrenos y los encontraron en los grupos de 16 años. Y volvieron a llegar los mánagers más grandes. Luego se fueron a los 13 años. Messi llegó a España con 13. Y volvieron a llegar los grandes mánagers. Ya vamos por los 10 años... Es un poco una locura. Hay en el libro un caso de un chico de Holanda que contrataron con 18 meses porque hizo cuatro piruetas y enloqueció en youtube. Y hubo un ofrecimiento por el hijo del Kun y la hija de Maradona. Antes de que naciera, Independiente le había puesto sobre la mesa un contrato. Pero el caso de Messi es el más paradigmático...

¿Por qué?

Yo creo que le hizo mucho daño a la industria del fichaje de menores. Si cuentas que lo trajeron por 10.000 euros y que en diez años vale 130 millones... Pero es un caso único. Y a pesar de eso la gente apuesta ahora a esta especie de capitalismo del milagro. Comprando un niño futbolista tienes pocas posibilidades de ganar dinero. Pero los grupos grandes ya están comprando grandes cantidades. Miles...

¿Usted ganó dinero con el chico que compró?

En el último capítulo cierro el trato. Pero en todo el libro en realidad se cuenta que no es un negocio rentable. Porque aunque el chico funcione, es probable que cuando llegue a los 14 años me lo quiten. Es lo que pasa con Messi. Hay una fila de gente que dice que ellos lo descubrieron y se lo arrebataron. La pelea entre los mánagers llega a ser feroz.

¿Qué lugar ocupa el niño?

El último. Piense que Messi vale 130 millones y pesa 65 kilos. Un kilo de Messi vale dos millones de euros. Yo compré a mi chico por poco menos de 200 euros. El resultado es que ahora se fichan aunque no sirvan. Y la idea es que, si sirve, ya esté fichado. Hace poco Butragueño visitó Chile para abrir una escuela. El Madrid está asumiendo ese papel en los últimos años. Ese camino ya lo había recorrido antes el Barcelona. Es probable que ahora los grandes clásicos entre Madrid y Barça se empiecen a jugar en canchas de tierra latinoamericanas con chicos de 10 años. Yo pregunté a cientos de niños sudamericanos: ¿De qué equipo quieres ser? Todos decían Madrid o Barça. Nadie decía del Alianza de Lima, por ejemplo. Sólo algunos argentinos eran fieles con Boca. Y no saben que las escuelas de Boca son del Barça porque tienen acuerdos... Y todo fue a partir del fenómeno Messi. La contratación de Neymar, por ejemplo, es un fracaso para el Barça. ¿Costó 60 millones? Después de comprar a Messi por 10.000 euros...

¿Qué hace ante el problema la UEFA y la FIFA?

Brasil hizo mucha fuerza, porque tenía muchos chicos en Europa que se quedaban en la calle cuando no funcionaban. Y se empezó a regular que no se podían ir hasta determinada edad. Pero hecha la ley, hecha la trampa. Los equipos ya no contratan a los chicos, sino a sus padres, como jardineros, electricistas... Y así los sacan del país. Y cuando es complicado sacarlos, se ponen las escuelas allá.

¿En qué debería fijarme para comprar un niño futbolista?

Hay gente que leyó el libro como una denuncia y otros como un buen manual de cómo comprar un chico (risas). El que fue agente de Maradona, Guillermo Coppola, me dijo: "Que sea encarador, con las mujeres, con la vida, en la cancha". Otros me decían: "Que sea rápido. Si ves que es lento no te va a servir. La técnica se mejora...".

¿Cuál es el mayor drama con el que se topó en su aventura?

Saber que el fútbol es para muchos niños un trabajo para sacar a su familia de la pobreza. Al chico que compro le pregunto qué va a hacer con su primer sueldo. "Voy a comprar mercadería". Esto es arroz, azúcar, aceite... No habla de coches ni casas.

¿Cómo se movió usted entre las mafias?

Antes los mánagers eran tipos gordos y calvos que hacían los contratos en un restaurante. Ahora son todos yupis jóvenes que han estudiado en Londres o Suecia postgrados específicos. A mí me dejaron claro que este mundo tiene mucho que ver con los contactos. Y que es raro llegar al que está en la cúspide.

¿Es un círculo cerrado?

Se compran y venden jugadores que nosotros no vimos debutar, y que a veces arrastran 20 fichajes en un año. Y en cada uno de esos fichajes va cayendo un pedazo de comisión para la mafia. Yo hablo de un par de noruegos que tienen una oficina en Londres, otra en Madrid y otra en Buenos Aires. Y pasan cuatro meses en cada una de ellas, moviendo lo suyo. Hay gente que cobra sólo por mirar. Por conseguir un teléfono directo de un chico te pagan 500 dólares. Todo tiene un valor. El tema es de dónde sale ese dinero.

¿De dónde sale?

De la televisión, anunciantes, hinchas... También se habla de los grandes grupos financieros. Ahora hay que esperar a que un jeque diga: "Ancelotti puede salir". Está todo revuelto.

¿Queda el fútbol en mal lugar con este libro?

No. Es sólo que estamos en un momento de un consumo tan desesperado... Pero al fútbol no se le puede tumbar, porque va más allá de cualquier tipo de negociado. Hay un caso extremo, el de Pablo Escobar.

¿El capo de la droga?

El narco colombiano era un fanático del fútbol. Con el primer dinero que sacó robando ruedas de coches se compró unas botas. La primera vez que un equipo colombiano ganó la Libertadores él estaba detrás, y de la primera gran selección de los 90, la de Valderrama e Higuita, que estaba dirigida por Maturana. Uno de los guardaespaldas de Escobar, llamado Popeye, decía que el fútbol era su relajo. Y cuenta en el libro cómo un día que estaban acorralados por la policía, escondidos en una zanja, sacó un transistor para escuchar un partido de la selección...

Pero utilizaba dinero de la droga...

Maradona decía que el fútbol podía tener muchos problemas pero que la pelota no se mancha. Hay un caso opuesto a todo esto que también aparece en el libro, que es el equipo Che Guevara de un pueblo de la provincia de Córdoba llamado Jesús María. Es de una mujer que no vendería a ninguno de sus chicos ni por todo el oro del mundo. Para ella no son una mercancía. Puede que lo correcto esté en el término medio. Pero no llegaremos a él porque somos seres contradictorios. Nos molesta que los animales sufran, pero nos encanta comer buena carne. Del mismo modo, nos molesta que trafiquen con niños, que los trasplanten y los alejen de sus familias, pero nos encanta que de nuestro equipo salga una perla barata y que nos haga ganar cinco Champions.