NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA

Medios

Carrusel convirtió el 40 Café en un estadio de Champions League

Carrusel salió a la calle para vivir con sus oyentes las semifinales. El martes fue el Bayern-Barça en el Estudio Toreski. Ayer, Madrid: 250 fieles recogieron el guante.

Actualizado a
Roncero, Ramos Marcos, Ponseti, Carreño, Ortega e Iribarren ayer con los oyentes.
Jesús Aguilera

Carlos Iribarren fue el primero en llegar al 40 Café. Poco después lo hacían Juanma Ortega y Manu Carreño. Mientras, los primeros aficionados se arremolinaban en la puerta. Querían primera fila. Vivir lo más cerca posible de Manu y Ponseti el Dortmund-Madrid. Y es que Carrusel salió a la calle para vivir con sus oyentes las semifinales. El martes fue el Bayern-Barça en el Estudio Toreski, junto a 150 personas. Ayer, Madrid: 250 fieles recogieron el guante. Y así fue como Carrusel convirtió el 40 Café en un estadio de Champions.

El programa comenzó a las 20:00 con ese “Oyeee, Oyeee, que empieza…” marca de la casa. Manu Carreño, Ponseti, Iribarren, Ortega, Ramos Marcos y Roncero componían el equipo inicial. Ante ellos, todas las mesas llenas. Había niños y mayores. Parejas, grupos de amigos y familias. Y cuando el Madrid saltó al campo el aplauso fue ensordecedor.

Comenzó el partido. Manu cogió la batuta. Un ojo en la tele, sobre el partido; el otro, en la mesa, saltando de uno a otro, descubriendo a los oyentes esos gestos y señales que componen el idioma de la radio. A los siete minutos, el primer gol del Dortmund silenció el 40 Café. Roncero apretó los labios. Carreño y Ponseti se llevaron las manos a la cabeza. El público también. Pasaba el tiempo. El Dortmund ahogaba. El gesto de Roncero se ensombrecía. Pero marcó Cristiano y desató la locura. Roncero afl ojó el gesto. Volvían las sonrisas.

Pero duraron poco. Los goles del Dortmund tras el descanso volvieron a instalar el silencio en el 40 Café. Roncero resoplaba. Manu y Ponseti cruzaban gestos serios. Muchos no querían mirar las pantallas. Otros se fueron antes de que acabara el partido. La noche de Lewandowski apagó el ánimo del Estadio 40 Café. Sólo cuando Roncero apeló por primera vez a la remontada la platea aplaudió a rabiar. Cuando el árbitro pitó el final, se vació la sala. Pero, a pesar del varapalo, muchos aún creen. Dos palabras se repitieron en todas las despedidas del 40 Café: gesta, remontada.