BORUSSIA DORTMUND - REAL MADRID
"Mesut Özil sí es un orgullo para los turcos de Alemania"
Visitamos un centro cultural turco situado al norte de Essen. Un obsoleto colegio cedido por el Gobierno. La numerosa comunidad turca ocupa la planta baja.
Alemania tiene 85 millones de habitantes. La inmigración turca de los 60 y 70 constituye un proceso único en el desarrollo social del país. La Federación de Estadística alemana calcula el número de turcos que viven allí en cinco millones. Otras fuentes lo sitúan en ocho. La mayoría de ellos habitan en la zona de la cuenca del Ruhr y Westfalia, donde nos encontramos. Mañana será un partido especial para ellos por tres nombres propios: Özil, Sahin y Gündogan. Los abuelos de estos futbolistas, sus mismos padres, vivieron difíciles historias de superación como la de los protagonistas que ahora nos ocupan.
Visitamos un centro cultural turco situado al norte de Essen. Un obsoleto colegio cedido por el Gobierno. La numerosa comunidad turca ocupa la planta baja. La polaca, la segunda. Y la tercera es para la rusa. Todas ellas subvencionadas por el país en un intento de reparar su sufrimiento de tantos años de trabajo sucio y mal pagado.
Al entrar a la sala, el aire corrompido por el humo de las cachimbas y el aroma a té casi se puede cortar. En la pantalla, Drogba celebra un gol con el Galatasaray. Atimet llegó en 1969: "Con 16 años bajé a la mina. Avanzaba túneles con un martillo neumático, cargaba el carbón... Algunos murieron. Un día hubo una explosión. Un compañero salió ardiendo. Quedó malherido. Otro fue enganchado por una cinta transportadora... Era algo frecuente".
Ese esfuerzo proporcionó a sus hijos una vida mejor: "Tengo un hijo contable y una hija médico", cuenta Altam. "Ella me dice que tengo un 1% sólo de polvo en el pulmón y el máximo es tres. ¡La tengo que creer!".
Özil, como otros germanos mestizos como Tasçi, Sahin o Gündogan (Turquía), Khedira (Túnez) o Boateng (Ghana) es el fruto que Alemania recogió para el fútbol de esas oleadas migratorias. El madridista solía venir con frecuencia a este lugar: "Jugaba aquí mismo a las cartas, con nosotros, cuando estaba en el Schalke", dice Umit, de 31 años. "Yo provengo de la misma región que él en Turquía, Zonguldak, y nos conocemos de allí. Nos sentimos orgullosos de él. Entiendo que en Turquía no le quieran. Pero, ¿de no haber elegido jugar con Alemania estaría jugando en el Real Madrid?". Hoy este joven asegura tener las mismas oportunidades que cualquier alemán. La integración, escenificada por las estrellas del fútbol, es ya un hecho.