BORUSSIA D. - REAL MADRID | EL COLEGIADO
Kuipers, un árbitro serio
Con vistas al encuentro de mañana, diremos que cuenta con una buena condición física, aunque no es un portento, pero sobre todo tiene una mejor colocación.
Björn Kuipers (40 años), que en 2011 arbitró la final de la Supercopa de Europa entre Barça y Oporto (victoria azulgrana 2-0), pitará mañana en Dortmund. Su último partido de Champions esta temporada fue el Barça-PSG (1-1), con una actuación considerada como bastante regular y, sobre todo, neutral. Eso sí, muy exigente disciplinariamente con el PSG más que con los blaugrana.
Es de los árbitros que están muy bien considerados en Holanda y en la UEFA. Kuipers es hijo de árbitro y llegó a la internacionalidad en enero de 2006. Es asiduo a la Champions desde la 2009-10 y en esa misma temporada dirigió partidos de clasificación para el Mundial de Sudáfrica. En 2011 pitó una semifinal de la Europa League, el Oporto-Villarreal (5-1). En la actualidad, está preseleccionado entre los 52 colegiados para ir al Mundial de Brasil de 2014.
Con vistas al encuentro de mañana, diremos que cuenta con una buena condición física, aunque no es un portento, pero sobre todo tiene una mejor colocación. El holandés es muy disciplinado técnicamente y maestro en la aplicación de la ventaja siempre que el juego sea limpio, cosa que no ocurrirá en Dortmund dadas las características de ambos equipos, que son más de contacto que de control y posesión de la pelota.
Personalmente, no puedo definirlo como un árbitro valiente (no se moja demasiado), pero sí serio en sus decisiones sin ser protagonista. Por lo que le he visto, siempre intenta dejar a los dos contendientes con buen sabor de boca, algo difícil de conseguir. Pero cuidado en el aspecto disciplinario ya que es muy exigente, sabe parar el juego y marcar bien las pautas del tiempo, con lo que los jugadores del Madrid deberán de tener cuidado. Kuipers, dentro de sus características, se asemeja bastante al perfil deseado por la UEFA para esta clase de partidos. Es decir: aguantar en el primer tiempo, procurar sacar las mínimas tarjetas posibles, llevar el partido con personalidad y, en la segunda parte, no discutir las cartulinas en ningún momento.