ATLÉTICO 2 - SEVILLA 1
El Atlético cobra ventaja en la noche loca de los penaltis
Los tres goles fueron de pena máxima. Diego Costa hizo los dos goles colchoneros. Negredo empató a uno desde los once metros. Godín, Spahic y Navarro vieron la roja.
Trepidante, enloquecido, accidentado, emocionante... Pura Copa, de la buena, de la de siempre. Mantuvo el Atleti su impecable racha en el Manzanares, 19 victorias seguidas. Sobrevivió el Sevilla, contra las cuerdas en algunos tramos, pero siempre con el gol a un destello de Navas. Y trabajó a destajo el árbitro, Ayza Gámez, que pitó tres penaltis (todos eran) y expulsó a tres jugadores. La vuelta del Pizjuán se antoja tremenda.
La primera media hora fue un concurso de magulladuras. Pagó el Sevilla al Atleti con su misma moneda, una presión constante y valiente. Con los dos equipos jugando al espejo, por cada pase acertado se producían tres choques. Cansaba verlo. El ritmo era insostenible. Y en cuanto el Sevilla redujo un puntito, el Atleti se plantó en el área del debutante Beto (muy tranquilo en circunstancias extremas).
Pero no estaba Falcao y sin él, al Atleti cada gol le parece una odisea. Sobre todo a Adrián, que sería estrella mundial en un fútbol sin porterías. A los 29 minutos, un pase de maestro de Arda le dejó directo hacia el gol, pero Adrián se enfrenta al remate como mi abuela a un electrodoméstico: no le sale natural, tiene que ir recitando los pasos a dar y acaba tardando un mundo. Así que perdió la ventaja y acabó cediendo atrás a Koke, que remató como si Beto fuera su hermana. A los 33’, repetición de la jugada, tiro, no tiro, defensa que se la quita. Y a los 39’, tras una de esas maniobras que le convierten en delantero de culto, control imposible incluido, Adrián remató, esta vez sí, pero a las nubes. Y justo antes del descanso se contagió Diego Costa: pase perfecto de Gabi y remate imperfecto del brasileño, demasiado cruzado, cuando el Manzanares ya celebraba.
Ante la puntería de borracho del Atleti, el gol llegó por la vía fácil, de penalti. Una vez más, la lucha incansable, maníaca a veces, de Diego Costa sacó petróleo de un cubo de arena. Spahic, con ventaja en el área, hizo una muy de defensa y se fue al suelo como una damisela en cuanto sintió llegar al galope al delantero. No picó el árbitro y ante el estropicio el central rebañó el balón con la mano. Penalti, roja y gol de Diego Costa.
Con uno más y 35 minutos por delante, al Atleti le frenó en seco una jugada aislada, pero no casual. Porque por malherido y apagado que esté uno, y el Sevilla lo estaba, el talento siempre encuentra una rendija. Y con Navas y Negredo arriba, los de Emery viven a un centímetro del peligro. En una contra aparentemente inocua, cinco defensas contra tres atacantes, Navas halló un atajo entre la maleza y su fantástico pase dejó a Negredo ante Courtois. Delantero de recursos, el vallecano picó con suavidad por encima del portero y Godín, en su desesperada carrera, evitó el gol con la mano. La voluntariedad es debatible, pero el resultado y el castigo no: penalti y expulsión. Negredo no falló y partido nuevo.
Tuvo entonces el Sevilla su momento ante un rival tocado, pero Rakitic tiró fuera la puntilla y Navarro repitió el error de Spahic: buscó la falta de Cebolla donde no existía y acabó haciendo mano en el área. No falló Diego Costa, que provocaría luego la roja de Navarro cuando se iba solo. Pero no le dio tiempo al Atleti a aprovechar la ventaja y la locura acabó en 2-1. Bendita locura, fabuloso segundo asalto.