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JUAN JIMÉNEZ

La foto de la cantera y el tobogán de Kaká

El último incendio de Mourinho se apagó solo en Alcoy, donde el Madrid resolvió los dieciseisavos con solvencia en el cubil de El Collao. Un Madrid tan pragmático como ese gesto del mismo Mourinho a Adán justo después del primer gol de Benzema indicándole que evitase riesgos y jugase lo más largo posible. Fue uno de los Madrid con más cantera que se le recuerda a Mourinho. Con los hermanos Nacho y Álex Fernández más Morata, José Rodríguez (estupendo gol el suyo) y Adán.

Es difícil saber, sin embargo, qué futuro tendrá esa foto trufada de chicos de la casa con la que terminó el Madrid y que se echa tanto de menos hace tanto en ese club. Según el mismo Mourinho, poco. Tampoco es fácil conocer qué le espera a Kaká. En cocheras después de no encontrarle salida en verano, rehabilitado después del Trofeo Bernabéu, defenestrado después de la primera parte ante el Celta, olvidado ante el Borussia Dortmund y rescatado por Mano Menezes para Brasil, el rumbo de Kaká es absolutamente imprevisible. Difícil vida, la de Kaká, en el tobogán entre las campañas de lavado de imagen y las de descrédito. Es cierto que no hay nada en sus últimas temporadas que permita pensar que acabará teniendo un rol decisivo en el Madrid. Pero también hay algo en su fútbol, ese porte elegante tan suyo, que impide cerrarle la puerta para siempre. Es una cuestión de respeto.