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Barcelona 2 - Celtic 1

El Barça vive en el alambre

Jordi Alba da el triunfo en el descuento. Samaras, con ayuda de Mascherano, adelantó al Celtic. El Barça remontó por sexta vez Golazo de Iniesta

Barcelona
El defensa del Barcelona Jordi Alba celebra su gol, segundo de su equipo, junto a sus compañeros, durante el partido de la Liga de Campeones.
Albert OlivéEFE

El Barça le está tomando el gusto a esto de vivir en el alambre. No es nada nuevo que suceda en la Champions, donde el equipo blaugrana suda sangre cada vez que se encuentra con un conjunto aguerrido que planta diez bigardos detrás de la pelota. Pasó hace tres temporadas ante el Inter, pasó la pasada campaña ante el Chelsea y pasó ayer ante el Celtic. La diferencia está en que los escoceses son más membrillos que sus predecesores y por eso encajaron el gol definitivo en el descuento. Ganó el Barça por 2-1 con lo que los resultados, también en Europa, siguen siendo mejores que el juego para los de Vilanova, la clasificación para octavos marcha viento en popa, pero la cara de susto entre las huestes blaugrana tardará en borrarse.

Otra de las conclusiones que se extraen del partido de ayer es que al Barça le sigue costando un ojo de la cara marcar y que al rival, con pasar de medio campo casi le sobra. Los locales tuvieron que tirar 23 veces a Forster para marcar dos goles. Los escoceses no chutaron ni una vez entre los tres palos y lograron un gol. La descompensación entre esfuerzo y recompensa es obvia.

El Celtic, que en sus tres anteriores visitas al Camp Nou había encajado únicamente un gol volvió a repetir esa receta del catenaccio escocés, que lejos de ditirambos tácticos apela a correr como perros y ceder los saques de banda y los córners que sean necesarios. Todos los ganaron. Un córner en contra era sinónimo de pelota recuperada para los de Lennon.

Velocidad. Ante esta táctica, al Barça no le quedaba otra que apostar por la velocidad de combinación para tratar de desgastar poco a poco las caderas de los escoceses, que con diez tipos detrás del balón defendían su área como si fuera Fort William.

Si a esto le unimos que al primer atisbo de crochet, el favorito se fue a la lona, pues miel sobre hojuelas para el plan de los británicos. Una de las cosas que más temía Vilanova, puede que la única, respecto al juego del Celtic era el partido que sacan los de Lennon de las faltas laterales. Una explicación que, por lo visto, el día que se expuso pilló a Alexis en el lavabo. El chileno se hartó de conceder posibilidades a los visitantes. Un tipo generoso, el tocopillano.

Pues bien, a la primera falta mínimamente peligrosa que lanzaron los escoceses, Bartra, que al fin salió de titular y fue de los mejores, no llegó al despeje, Samaras peinó el balón y Mascherano, mediante un elegante toque de chepa, alojó el balón en la red de Valdés. Tocaba volver a remar contra corriente por séptima vez en lo que va de temporada. Y por sexta vez, se levantó el match ball (la única en la que no se logró fue en la Supercopa ante el Madrid en el Bernabéu). El gusto por vivir en el alambre le va a costar a más de uno una visita al cardiólogo.

A base de intentarlo una y otra vez, el Barça pudo remontar la situación. Primero con un gol de tiralíneas de Iniesta tras una pared con Messi y Xavi a una velocidad que el ojo humano no es capaz de captar y se culminó, sobre la bocina, gracias a la fe de Alba, que le comió la tostada a los escoceses. Triunfo, sí, pero toca meditar.