Real Modric C.F.
Cristiano, con una declaracion tan rudiosa como desconcertante, aguó su doblete goleador y el triunfo solvente ante un Granada que apenas se dejó ver en el Bernabéu. El portugués no festejó los goles y dejó un sabor agridulce.


Cristiano, ¿qué te sucede? Quiero y admiro al portugués, pero me tiene profundamente desconcertado. Que no celebrase sus goles me dolió como un punzón de hielo clavado en el corazón. Un jugador del Madrid siempre se alegra de meter un gol. Se alegra por el escudo, por la afición y por él mismo. No celebrar un gol con el Madrid es como ser infiel y no tener problemas en que se sepa. Cristiano, recapacita por favor. Si alguien del club te tiene enfadado, díselo a él y ponle firme si lo ves necesario y justo. Pero cuando juegas en el Bernabéu ante 70.000 fieles debes dejar esos problemas en la taquilla del vestuario. Muchos niños que se emocionaron contigo el miércoles con la Supercopa se pregunta ahora qué te pasa. Hazlo por ellos, al menos. Los niños que llevan la camiseta del Madrid con tu nombre en la espalda no se merecen semejante disgusto. Piénsalo, crack.
Súper sopor. Las emociones del pasado miércoles, con Supercopa incluida y fiestón en el Bernabéu, se diluyeron como un azucarillo en una tarde tan espesa que las camisetas blancas parecían leche condensada. La afición asistió a una goleada sin fuste, sin brillo y, lo que es más preocupante, sin emoción. Me gustaría tener una terapia de grupo con estos cracks para preguntarles qué les pasa. Acabaron la última temporada como los espartanos en Las Termópilas, celebrando los goles con una rabia y una pasión contagiosas. Era un Madrid intenso, físicamente a un nivel sobrehumano, convertido en un tsunami en ataque y en una colección de leones a la hora de defender la guarida de Iker. Un Madrid total, exultante y poseedor de un martillo que destrozaba los tímpanos de los rivales. Pero este Madrid de verano está inerme, agotado, premioso, con un trote cansino y previsible. Pero sobre todo echo en falta entusiasmo, alegría de vivir, de disfrutar por jugar en el mejor equipo de la historia del fútbol. Un Madrid arrítmico, que cae en la abulia. Un Madrid que no celebra los goles (¿qué te sucede Cristiano?). Vamos, que menos mal que llega el Virus FIFA. Cuando regresen, la afición quiere ver a su campeón de los 100 puntos y los 121 goles, al equipazo que silenció el Camp Nou en abril, a esos héroes que ganaron 32 de 38 partidos de Liga...
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Ojo a Modric. Pero como yo soy de los de ver siempre la botella medio llena, me quedo con el estreno liguero de Modric. Una perla este rubio de Zadar. La única sonrisa diáfana de una tarde que no quedará en nuestras memorias. Juega con desparpajo, con mucho ritmo, pidiendo siempre la pelota, con la cabeza alta, buscando el hueco, proponiendo, disponiendo, ofreciéndose, levantando la mano, imaginando vías de agua en la zaga granadina, abriendo a la banda cuando tocaba descargar y diseñando un pase interior cuando Benzema o Cristiano amenazaban los dominios de Toño. Modric gustó mucho. En la Feria de Las Ventas habría cortado una oreja. La petición de la segunda llegará cuando tenga ritmo de competición para jugar los 90 minutos. Lo que es seguro es que el croata tiene buena pinta. Me da que nos va a dar más de una portada.
Ánimo, amigos. Lo importante es que se ganó 3-0 y con facilidad a un Granada que seguro que acabará mejor la temporada. Mis amigos Nino y Ángel Capel, de Albox, Manuel Vicente de la Peña Somontín, la Peña Portuense y los entusiastas de la Peña La Coma me animan: "Tomás, ya pasó lo peor. Ahora, a ganar todo". Así me gusta.



